Luego de la crisis fronteriza no podían pasar a traer agua, por lo que la comunidad acudió a la Alcaldía de Cúcuta en busca de ayuda.
El corregimiento de Ricaurte bebe agua de fuente venezolana

Con un bulto de cemento al hombro y un par de tubos en la mano derecha, Nestor Combariza hace malabares en medio de peñascos para no salirse del estrecho camino que une, entre montañas, a Colombia y Venezuela en el corregimiento de Ricaurte.
Un mal movimiento podría lanzarlo al abismo, por lo que sigue su recorrido sin prisa. Durante hora y media, Combariza se abre paso en medio de la neblina hasta llegar a una naciente en Las Cumbres (Venezuela).
Desde hace dos semanas trabaja, junto a 15 hombres más del corregimiento, en la instalación de una nueva red de acueducto, que le calmará la sed a Ricaurte.
Dos veces a la semana y durante 12 horas al día los vecinos se adentran montaña arriba cargados de cemento, tubos, arena, y herramientas de albañilería para instalar un nuevo tramo de su acueducto.
Luego de la crisis fronteriza, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) les impidió pasar a traer agua, por lo que la comunidad acudió a la Alcaldía de Cúcuta en busca de ayuda.
El alcalde, Donamaris Ramírez, se comprometió en enviarles dos carrotanques de agua a la semana para abastecerlos. Las pésimas condiciones de la vía no lo permitieron.
A cambio de los carrotanques, la Alcaldía les proporcionó los materiales necesarios para adecuar una nueva red.
“Si mandaban los carrotanques, en algún momento se iban a cansar y seguiríamos en las mismas”, dijo el vecino Orlando Cuevas. “Estamos agradecidos por esta gestión. Ahora por lo menos tenemos una hora fija a la semana para llenar tanques, canecas y vasijas”.
Tubalcail Contreras, secretario de Seguridad Ciudadana, dijo que los recursos del proyecto de red de acueducto se gestionaron ante la Unidad Nacional de Atención de Riesgo de Desastres (Ungrd).
Los vecinos de Ricaurte reemplazarán la antigua red de mangueras que los abastecía por una red de tubería galvanizada, que les permitirá blindarse de los incendios forestales que los dejaban sin agua.
“En los últimos dos años cambiamos tres veces las mangueras, porque la montaña se prendía y quemaba nuestro sistema de acueducto”, explicó Combariza.
Materiales en mano, la comunidad volvió a pasar la frontera en busca de agua. La GNB les permitió el paso sin problema. Allí, los sentimientos de vecindad persisten...
“Solo cruzamos a seguir instalando los 4.040 metros de tubería. En la montaña pisamos territorio colombiano y venezolano para llegar a la naciente”, explicó Combariza. “El dueño de la finca por donde pasa la naciente también nos permite el paso”.
En contadas ocasiones los vecinos de Ricaurte han tenido que parar las obras en la naciente. Cuando llega otro cuerpo militar venezolano a la zona, no pueden pasar.
“Trabajamos con paciencia y el ritmo lo ponen las fuerzas militares venezolanas, que son las que nos dan el paso”, explicó Combariza.
En mes y medio la comunidad espera terminar las obras. La red llegará hasta el tanque comunal de Ricaurte para ser repartida a las 35 familias del corregimiento
Adicionalmente, el secretario de Seguridad Ciudadana anunció que el municipio gestionó $100 millones para llevar carrotanques de agua a zonas rurales de la ciudad de más fácil acceso, para mitigar el desabastecimiento en esta zona.
Paso abierto ante urgencias
En Ricaurte la frontera se abre esporádicamente ante alguna urgencia. Cada vez que alguno de los habitantes del corregimiento necesita atención médica pasa la línea fronteriza hasta San Juan de Colón (estado Táchira), en busca de atención. La Guardia Nacional Bolivariana les permite el paso.
Aunque una zanja de por lo menos cinco metros de profundidad separa los dos países, los vecinos pasan caminando por un lado de la zanja y consiguen transporte en el lado venezolano para recibir atención médica.
Desplazarse de Ricaurte a San Juan de Colón toma 20 minutos en una carretera en buenas condiciones.
Para recibir atención médica en Cúcuta los habitantes del corregimiento tardan cerca de dos horas en llegar al centro asistencial más cercano. La carretera es pésima, por lo que por distancia y tiempo, la comunidad opta por buscar atención en el lado venezolano, como lo ha venido haciendo desde sus inicios.
*Redacción La Opinión
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