Trabajan en las distintas áreas de limpieza y mantenimiento en clínicas y hospitales de la ciudad. Estaban acostumbrados a cumplir con las medidas básicas de seguridad y a lidiar con cualquier tipo de emergencia, pero jamás imaginaron que una pandemia los convertiría en los protagonistas de una historia sin precedentes. 

Richard Rodríguez, es un ingenioso tapicero que, con más de 20 años de experiencia en el oficio, pasó de ser un artesano a un héroe del Hospital Universitario Erasmo Meoz (HUEM), quien, en medio de la crisis desatada por la COVID-19, tuvo la magnífica idea de crear las cápsulas con las que se cubren las camillas de los pacientes sospechosos o contagiados del virus. 

“Al empezar la emergencia nos pasaron para el área de costura, donde inicialmente comenzamos a hacer tapabocas. Fue a través de internet que vi la idea de las cápsulas e inmediatamente pensé que eso se podía hacer en Cúcuta y comencé a buscar qué se necesitaba”, dijo Rodríguez. 

Indicó que con el apoyo de uno de sus compañeros de trabajo decidieron poner manos a la obra, ya que debían fabricar un buen elemento y tenían en su contra lo más importante: el tiempo. 

“Indagamos y nos dimos cuenta de que debía ser algo liviano. Mi compañero se encargó de armar las bases con tubos de PVC, y yo de la parte superior de la cápsula, que en este caso es tela de vinilo transparente, ya que es importante observar al paciente”.

Gracias a la experiencia y creatividad de cada hombre, las cápsulas estuvieron listas antes de lo previsto y en día y medio lograron construir la primera de 10 cápsulas de aislamiento, además de los trajes de protección y las bolsas para entubar. De igual forma confeccionan tapabocas y bolsas de ventilación. 

Rodríguez señaló que no solo elaboraron cápsulas para las camillas del hospital destinadas a recibir pacientes con coronavirus, sino que, además, hicieron una pero adaptada a la camilla de la ambulancia y otra especial para embarazadas. 

“La cápsula de la ambulancia debía adaptarse a otras formas y medidas, pues el medio de transporte cuenta con un monitor y demás aparatos médicos que se tenían que ajustar. La de las embarazadas son más pequeñas, pero la finalidad es proteger tanto la vida del personal médico como la de sus pacientes”, mencionó el creativo tapicero. 

Estos trabajadores mayormente subestimados, hoy, son los más valiosos para el sector de la salud. Su labor se ha convertido en la primera línea de defensa contra la COVID-19, porque aún en medio del temor constante de poder contagiarse, arriesgan cada día su vida para salvar la de otros. 

Un cambio muy drástico 

Richard afirma que jamás imaginó vivir una situación tan difícil como esta. Su rutina habitual era despedirse con un beso y abrazo de su esposa e hijos al salir de casa y volver, sin embargo, la distancia es hoy su mayor adversaria.

“Sabemos que debemos prevenir por todos los medios, pero hemos sentido mucho pánico. Es muy difícil llegar a la casa y no poder abrazar a la esposa, porque tenemos que cuidarnos entre nosotros mismos. Lo mismo pasa con nuestros amigos, el contacto físico está prohibido y debemos entenderlo”. 

Rodríguez explicó que cada tarde al llegar a su hogar pasa directamente al patio donde se quita la ropa y la deja en agua con jabón. Inmediatamente se desinfecta y se baña, para luego poder reunirse con su familia, que aún en medio del aislamiento siguen siendo el motor para continuar. 

Su invitación es para que todos los cucuteños acaten las medidas y protocolos de seguridad, y comprendan que el hecho de trabajar en un hospital no es una razón para adquirir el virus, pues es allí donde la enfermedad está mayormente controlada y no en la calle a donde muchos salen diariamente a exponerse sin tener ninguna necesidad. 

Deicy Sifontes | Practicante de periodismo