Escoger cuatro calles para pavimentar mediante el programa comunidad-gobierno y dos parques para adecuar por comuna, fue lo único que pudieron incluir los 97 ediles de Cúcuta en el presupuesto participativo de 2017.

Dos días antes de que por ley finalizara el plazo para ejecutar este presupuesto, la Alcaldía los convocó, y lejos de escuchar sus propuestas y necesidades, puso sobre la mesa los proyectos que el mandatario municipal ya había destinado para tal fin.

“Nunca nos dijeron qué monto se destinaría para cada proyecto, lo que causó desazón entre nosotros”, dijo Piedad Flores, de la comuna 8. “Incluso, algunos nos negamos a firmar estos acuerdos”.

Ante la inesperada circunstancia, quedaron en lista de espera proyectos como la construcción del Centro Integral de Atención a la Familia (Ciaf) en la comuna 10 y la habilitación del puesto de salud de Ospina Pérez a Unidad Básica, entre otras propuestas priorizadas por los ediles en sus respectivos sectores.

Sin desmeritar la labor de los presidentes de juntas comunales, ediles como Isidoro Medina, de la comuna 10, aseguran que la Alcaldía les pone más atención a ellos que a la JAL.

“Si el alcalde no nos pode atención, mucho menos lo hacen sus secretarios: me he cansado de oficiar a Infraestructura, Salud, Educación, entre otros despachos, sobre las  necesidades de mi comunidad y nunca obtengo respuesta”, agregó el edil.

Ante esta situación, representantes de la Asociación de Ediles de Cúcuta (Asoedilcuc) y la Asociación Fronteriza de Ediles de Cúcuta (Asfecut) alzaron una voz de protesta, porque según ellos se cansaron de ser relegados por la Alcaldía, y exigen que su labor sea reconocida y dignificada como lo exige la ley.

Alegaron que pese a que por su trabajo no reciben honorario alguno, tampoco tienen un sitio en cada comuna para sus asambleas.

Días atrás, una comisión de las asociaciones de ediles le pidió al Concejo Municipal presentar un proyecto de acuerdo que exija al Municipio incluirlos en los proyectos que harán parte del presupuesto participativo.

“Necesitamos que haya armonía entre los ediles y la Alcaldía, para poder trabajar en favor de nuestra comunidades”, indicó Alfonso Parra, edil de la comuna 4. “Para que logremos esa armonía, es clave que nos tomen enserio y cumplan con los compromisos requeridos”.

Los ediles también pidieron pasar a ser competencia de la secretaría de Gobierno, y no de la de Desarrollo Social, porque, según ellos, tendrían mayor eco en la primera dependencia.

Los representantes del sector rural también tuvieron vocería y pidieron al alcalde de Cúcuta mayor atención en esta zona.

“Los corregimientos seguimos sufriendo por agua”, aseguró la edil Marlene Saad. “La semana pasada, el puesto de salud de Buena Esperanza no abrió, por falta de este servicio”.

“La Alcaldía nos prometió ayudarnos con carrotanques, pero estos solo subieron por cuatro días”, señaló Saad.

Divisiones internas

Aunque hasta el 2010 los 97 ediles de Cúcuta estaban agrupados en la misma asociación para luchar por su derechos, más allá de su labor comunal, se dividieron en cuatro grupos.

Las ansias de protagonismo, el individualismo y hasta conflictos de intereses, según ellos los empujaron a esta ruptura, de allí nacieron la asociación de ediles de Cúcuta (Asoedilcuc), con 59 miembros, la Asociación  Fronteriza de ediles de Cúcuta (Asfecuc), con 13; la Asociación de Ediles de Progreso y Liderazgo (Asodeprol), con 8, y la Asociación de Ediles Asociados de Cúcuta (Asedascut), con 10 integrantes.

Estas dos últimas se unieron este año para conformar Asoecunors.

Pese a estas divisiones internas, que se divisan hasta en las Juntas Administradores Locales (JAL) a nivel nacional, dividida en dos grandes asociaciones, las tres organizaciones locales quieren trabajar mancomunadamente por sus comunidades y por hacer valer sus roles como voceros comunitarios que fueron elegidos por votación popular al igual que el alcalde, el gobernador y los concejales.