Juan Pablo Sánchez plasmó en una corta historia que escribió para concurso el drama que sacudió a su familia con la temprana muerte de su papá en medio de la pandemia.

Este estudiante de 11 años, quien cursa sexto grado en el colegio Sagrado Corazón de Jesús, supo ocultar el dolor que lo embarga y encontrar consuelo narrando la experiencia  de su tía procedente de Venezuela.

La mujer quedó de este lado con el cierre de la frontera y fue la persona que  acompañó a la familia durante el proceso de enfermedad y la irreparable pérdida del jefe de la casa, convirtiéndose en apoyo y la motivación de Juan Pablo para participar en el concurso Historias inspiradas en la cuarentena.

Su relato hace parte de los 158 trabajos que llegaron a la Red Nortesantandereana por una Escuela sin Violencia, que hizo la convocatoria y que serán publicados en el Manual de iniciativas pedagógicas, el 20 de noviembre.

Miriam Támara, directora de la Red, dijo que la iniciativa tiene el propósito de evitar que los niños y jóvenes debido a la pandemia del coronavirus se fueran del sistema educativo al no tener internet,  no llegarles las guías, por la falta de motivación de sus padres y porque la virtualidad no es fácil y tanto los profesores como los estudiantes han tenido que aprender ya que nadie estaba preparado para esto.

“Entonces dijimos hagamos un concurso inspirados en pandemia, donde le propongamos a los muchachos mediante la virtualidad que cuenten su historia, que cuenten cómo están haciendo para poder sobrellevar estas situaciones, que no hay internet, que el papá lo que tiene es un teléfono de flechas, que no pueden acceder a la información que se envía y no pueden conectarse a la plataforma”.

La idea del concurso caló en los más de 100 docentes, orientadores y directivos docentes que en el área metropolitana de Cúcuta y en los 13 municipios de Norte de Santander integran la Red, quienes enviaron la información a los estudiantes de sus respectivos colegios y a los padres de familia.

El 9 de julio se hizo la presentación del concurso y se unió mucha gente recibiendo todas esas historias que se dividieron en seis categorías: niños y jóvenes entre 5 y 10 años, 11 a 13 años, 14 a 17, 18 a 20, historias de padres de familia e historias de docentes.

Se buscaron los mejores jurados para esas seis categorías con  personas fuera del departamento comprometidos con la construcción de paz como Gloria Castrillón, directora del Espectador 2020; Stefan Peters, alemán que coopera con proyectos de paz en Colombia; Óscar Sánchez, director de Educapaz, y el poeta Álvaro Muñoz, quienes están comprometidos con la tarea de sacar las tres mejores historias de cada categoría, según Támara.

“Hasta el momento ya tienen los ganadores de cinco categorías, la publicación de los resultados se dará el 5 de noviembre y el 20 se hará el reconocimiento de todas las historias, porque las 158 van a estar en un manual virtual que está diseñando el Diario La Opinión. Allí vamos a tener la posibilidad de leerlas, disfrutar de ellas y tener esos sentimientos encontrados porque hay historias muy duras y queremos visibilizarlas”.

Serán premiados los tres primeros puestos por cada categoría, cuyos premios son soluciones tecnológicas, para lo cual se han vinculado entidades que están apoyando con computadores, tabletas, teléfonos celulares, paquetes de recargas, y Educapaz llevará a tres ganadores a Bogotá el año entrante para asistir a un espectáculo con todos los gastos pagos incluyendo pasajes en avión y estadía.

“La idea sin embargo es poder premiar a muchos más niños por sus historias, lo que sería maravilloso, por eso estamos buscando que la gente nos apoye y colabore. Quienes estén interesados pueden comunicarse al correo oficial que es red.escuelassinviolencia@gmail.com y las entidades que lo hagan tendrán el 20 de septiembre el reconocimiento durante la actividad virtual que se llevará a cabo”, según Miriam Támara.

Agregó que hay historias muy conmovedoras como la de una niña que es buena estudiante pero que en su casa tienen dificultades económicas, quien no cuenta con internet para investigar y conectarse, los trabajos los recibe mediante guías, la mamá no tiene como pagar la impresión y comprar los materiales para desarrollar los trabajos.

Su situación se complica porque su progenitora en medio de la pobreza y necesidad se desentiende y la acosa constantemente para que abandone las clases diciéndole “mejor no estudie porque si le doy $5.000 para las fotocopias, de dónde voy a sacar plata para el almuerzo, caso que refleja una realidad que es común en todo el país y esta provoca do la deserción escolar”, puntualizó Miriam Támara.