La inversión millonaria más insólita que se haya hecho en Cúcuta en muchos años corresponde a la construcción de 56 casetas que luego de terminadas jamás han sido ocupadas.

Parece mentira, pero es verdad; ninguno de los locales que se levantaron a costos elevados en El Malecón de la avenida Los Libertadores, La Plaza de Banderas y el Paseo Rojo y Negro, en el sector de Natilán (Atalaya), ha abierto sus puertas. “Es la moda ahora, gastar la plata en algo que no produce nada”, dijo el veedor comunitario, Carlos Mariño.

Lo grave del asunto es que fueron construidas para dar solución al grave problema de invasión del espacio público que se presenta en esos sectores, pero aun así, las autoridades no dan una explicación contundente del porqué las mantiene cerradas.

En El Malecón se construyeron en la administración de Donamaris Ramírez 30 casetas para albergar allí a igual número de vendedores informales que por más de 25 años han ocupado el espacio público en ese exclusivo sector de la ciudad.

Aunque en diciembre fueron sorteadas a los futuros inquilinos, a la fecha se mantienen cerradas y en el sector lo que se escucha a los vecinos es que ‘la alcaldía les construyó casa a los zancudos’, con el agravante de que los peatones que se movilizan por El Malecón deben hacerlo por la calle porque los andenes siguen repletos de ventas callejeras.

El costo de estas casetas hizo parte de la millonaria inversión que por más de 11 mil millones realizó la alcaldía allí.

Otros 20 locales fueron construidos en Natilán, en el Paseo Rojo y Negro de Atalaya, a un costo de $270 millones, para llevar allí a igual número de vendedores informales de comidas que llevan 30 años ocupando el espacio público en esa zona.

Ahora no son 20 sino 40 los locales que hacen presencia allí, aunque los nuevos siguen sin abrir puertas.

Allí, lo insólito del caso es que la dirigencia comunal no aceptó las nuevas casetas porque fueron levantadas en el espacio público, el mismo que aspiraba a recuperar la alcaldía con el traslado de las ventas de comida que se encuentran en el Paseo Rojo y Negro. La última palabra, de si se les da uso a las nuevas o no, la tiene el juez Segundo Administrativo Oral de Cúcuta, Hernando Ayala Peñaranda, donde cursa la acción popular impetrada por líderes comunales de Atalaya.

Las otras seis casetas a las que no se les da uso desde 2012 cuando fueron construidas con motivo de los Juegos Deportivos Nacionales que se llevaron a cabo en Cúcuta, están en la Plaza de Banderas.

Los anuncios hechos por todos los directores que tuvo en la administración pasada el Instituto Municipal de Recreación y Deportes, en el sentido de habilitar en ellas ventas de comidas saludables, se quedaron en promesas.

Habla la Alcaldía

El director del Área Metropolitana, José Gabriel Román, dijo ayer que no se tiene nada definido en torno a la figura jurídica que se empleará para darles funcionamiento a las 56 nuevas casetas que se mantienen con puertas cerradas, unas desde 2012 y las otras desde el año pasado.

El funcionario dijo que con la alcaldía se busca implementar el mismo esquema en las de El Malecón y las de Natilán. “Se está analizando si si se entregan por convenio, arriendo o en comodato”.

Los nuevos inquilinos en ambos sectores aseguraron que solo esperan a que la alcaldía defina la figura para proceder a instalarse en los locales.

El secretario de Gobierno, Oscar Gerardino, manifestó que el desalojo del espacio público se hará efectivo una vez se abandonen las ventas callejeras.

Juan Pérez, dirigente comunal de Atalaya, hizo críticas a la alcaldía por la demora en abrir las casetas: “considero que salió más caro el remedio que la enfermedad”.

*La Opinión