Desde su inicio, la ciencia se ha esforzado por entender y comprender nuestra realidad.
Una marcha para que la ciencia no se marche
Con lemas como: ¡La Ciencia crea!, ¡La Ciencia Empodera!, ¡Más posgrados, menos diputados!, ¡Mas investigadores, menos senadores!, y ¡Qué no para la oportunidad de ser científico!, el 22 de marzo se llevó a cabo la marcha mundial por la ciencia que mostró que nuestra sociedad sin ciencia, no tiene futuro.
Desde su inicio, la ciencia se ha esforzado por entender y comprender nuestra realidad. Ella y su método han sido los responsables de grandes avances en todos los campos. Por ejemplo, sobre la base de los desarrollos matemáticos y geométricos de Euclides, realizados en tiempos antes de Cristo, hoy comprendemos la topografía, la perspectiva, la óptica y muchas otras cosas. Los desarrollos científicos nos han permitido no sólo entender el por qué y cómo gira la tierra, sino asegurar que los viajes en el tiempo son posibles.
Un científico, busca descifrar cómo suceden los fenómenos y comunica el conocimiento adquirido para que sea usado para el bien de la humanidad. El científico tiene nobles ideales y basa su quehacer en el principio de la honestidad. Será por ello que desde chicos todos queremos ser científicos, para hacer algo por el mundo. Sin embargo, en Colombia no se dan las condiciones para serlo y las políticas e inversiones que promueven la formación de científicos no son suficientes.
En condiciones ideales de financiación y promoción de la ciencia, y sí la situación tuviese que ver únicamente con las personas, lo único que se necesitaría para ser científico sería mantener una actitud de curiosidad y cuestionamiento. No en vano Einstein dijo: “No tengo un talento especial, sólo soy una persona curiosa” y “la imaginación es más importante que el conocimiento”.
Es evidente qué es el sistema educativo en donde la ciencia tiene lugar, y donde el conocimiento se crea y fluye como base para el desarrollo humano. De allí que los sistemas de educación institucional de colegios, y especialmente universidades promuevan la investigación como la forma de generar conocimiento con significado y aplicación social.
Pareciera que en nuestro entorno, la educación y la ciencia si tienen lugar. Regularmente el discurso político resalta que educación y ciencia son prioridad y base para el desarrollo. No obstante, éste discurso es notoriamente más estético que verdaderamente ético y poco verificable en acciones.
Ante la falta de promoción de la ciencia, la respuesta de la comunidad científica no se hizo esperar: necesitamos privilegiar la producción de conocimiento. La sociedad civil también reaccionó: necesitamos financiar más ciencia. Comunidad científica y sociedad marcharon juntas para que la ciencia no se marche de nuestras vidas; para que no pare la oportunidad de ser científico. Así, escribió una niña de unos 9 años una pancarta y qué exhibió en hombros de su padre en ciudad de México. La más bella pintura, con el más bello significado social.
El 22 de abril 610 ciudades en el mundo marcharon como parte de un movimiento global que defiende el papel vital que juega la ciencia en la salud, la seguridad, la economía y el gobierno. Qué la actividad científica en el mundo sea suficientemente financiada y comunicada es el pilar de la libertad y prosperidad humana. Por ello, la comunidad científica internacional ha evaluado las necesidades, ha diseñado la infraestructura comunicacional y ha coordinado las acciones para mantener viva la llama científica en el mundo.
Pareciera efímero, pareciera una simple marcha por falta de financiación, pero no lo fue. Más bien fue el despertar de una comunidad diversa, no partidista, que cómo un solo ser manifestó a los líderes políticos y tomadores de decisión una verdad objetiva, universal y justa: sin ciencia no hay futuro.
El objeto de la marcha no sólo fue tratar la relación entre científicos y políticos, también abordó el papel real de la ciencia en nuestras vidas y la necesidad de promover la investigación que nos dé un mejor entendimiento de nuestra realidad. Mentes llenas de ciencia promueven estados de armonía, desarrollo y felicidad.
En Colombia, los objetivos de la marcha fueron compartidos por personas en Bogotá, Bucaramanga, Cali y Medellín. Lastimosamente, en Cúcuta, Ocaña y Pamplona, no se marchó a pesar que concentran la ciencia del Norte de Santander? Qué sucedió? Será que nuestra sensibilidad ante la importancia de la ciencia es aún poca? Es claro que aún no hemos superado el divorcio entre ciencia, sociedad y política. Necesariamente, las nuevas agendas de nuestros políticos locales deben considerar el factor ciencia y su papel en la región.
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