La ‘Primera Gran Encuesta TIC / 2017 Estudio de acceso, uso y retos de las TIC en Colombia’, realizada por el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y presentada en la más reciente versión de Andicom, reafirmó que en la democratización de la tecnología ¬que no solo ha impulsado el desarrollo de las diferentes industrias, sino que ha ayudado a cerrar las brechas sociales y económicas del país¬ los smartphones han jugado un papel protagónico. 

Llevar el internet a un porcentaje significativo de la población no es una tarea menor y hoy, de acuerdo con la gran encuesta, el 89% de los smartphones en el país está conectado a internet y el 72% de los hogares colombianos tiene acceso a un teléfono inteligente, convirtiéndolo no solo en el equipo de mayor penetración por encima de los computadores fijos y los portátiles sino en el aliado por excelencia de la cruzada por el progreso y la transformación. 

Esto desde el punto de vista ciudadano, pero si además miramos cifras como las de Forrester Consulting que evidencian que los procesos de transformación digital de las empresas están siendo liderados por la Generación X ¬nacidos entre las décadas del 60 y el 80¬, usuarios asiduos de los smartphones; y que según IDC FutureScape para el cierre de 2017 más de 40% de las 3.000 empresas más importantes de América Latina tendrán equipos dedicados a los frentes de innovación y transformación digital, muy seguramente liderados por esta misma generación o por los Millennials ¬también nativos digitales y conectados 24/7 desde sus teléfonos¬, podríamos entender aún más el alcance que los smartphones tienen en el desarrollo económico, empresarial y en la constante evolución de países como Colombia. 

Con este panorama la tarea de los fabricantes tecnológicos es cada vez más compleja, cargando no solo la responsabilidad de crear equipos con un diseño limpio y llamativo ¬foco de la competencia cuando se empezaron a popularizar en los 90¬ sino con los más altos estándares de seguridad y procesamiento, creando terminales capaces de estar a la altura de la demanda de sus usuarios tanto en el ámbito profesional como personal. Ofreciendo además resistencia y una larga vida útil. 

Hoy, un teléfono hackeado es la puerta de entrada de un ciberataque que puede costar millones de dólares; un equipo que no alcance los niveles de procesamiento requeridos por su dueño puede ser una venta fallida, un negocio no cerrado, un momento importante que no pudo ser capturado; hoy, un smartphone dañado puede ser una familia incomunicada como lo evidencia la encuesta TIC. 

De ahí la importancia de las fabricantes de teléfonos que más allá de una apuesta innovadora lo que hemos hecho es un compromiso con ese reto de aportar al desarrollo, a cerrar la brecha, a seguir siendo esos aliados infalibles del progreso y la transformación. 

El reto es trabajar para que los mercados en los que operamos sigan encaminados en la senda que los llevará al siguiente nivel, al constante estado de desarrollo en donde la tecnología será un medio indispensable y democrático.