La situación política, social y económica de Venezuela viene atrayendo, cada día más, la atención de los principales medios norteamericanos y de sus grandes diarios, quienes analizan con preocupación el deterioro de la democracia en ese país y la crisis humanitaria que afecta a sus habitantes.

The Washington Post, el principal periódico  de la capital norteamericana y uno de los tres más importantes en todo el país, viene siguiendo de cerca la tragedia venezolana. En buena hora, este sábado le dedicó la parte principal de su editorial al análisis de su impacto sobre las zonas fronterizas con sus vecinos, especialmente Colombia. Bajo el título “La crisis de Venezuela se desborda sobre sus fronteras”, el editorial hace un llamado a los gobiernos de Estados Unidos y de América Latina  para que actúen prontamente para mitigar sus efectos en el resto de la región. Dado que, por ahora, no ven una solución interna en ese país, consideran que llegó el momento para que los Estados Unidos y otros países actúen para disminuir el impacto sobre nuestras fronteras y sus habitantes. 

El Washington Post critica a los países latinoamericanos por haber evitado, por años, abordar el tema del colapso de la democracia en Venezuela. “En primer lugar está Colombia, que por años alcahueteó al régimen chavista, y ahora encuentra sus ciudades fronterizas invadidas por desesperados refugiados, algunos de los cuales están obligados a dormir en los parques y a pedir limosnas en las calles”. Recoge declaraciones recientes del Presidente Santos sobre el problema serísimo que enfrenta Colombia con el flujo masivo de refugiados venezolanos. 

Critica al Presidente Maduro quien se sigue negando a aceptar ayuda humanitaria, bajo la excusa de que puede ser el camino para una invasión internacional. Critica también a la Organización de las Naciones Unidas la que, aunque mantiene una presencia en Colombia y Brasil, su respuesta ha sido totalmente insuficiente y no se compara con la que ha tenido en el  servicio de refugiados en Siria y Burma. Pero el Washington Post, de ninguna manera, hace llamados para invadir Venezuela, como frecuentemente inventa Maduro como excusa para cubrir sus desaciertos y los de su gobierno. No, lo que plantea el editorial es que los gobiernos y agencias como las Naciones Unidas presten mayor atención a la situación de millones de habitantes que no tienen alimentos o medicamentos, y que se han visto obligados a desplazarse a los países vecinos e invadir nuestras ciudades fronterizas. En ese sentido, recoge las declaraciones del Presidente Santos respecto de que el número de personas que deben ser atendidas crece exponencialmente, “y ningún estado tiene la capacidad para absorberlos”. 

Ojalá que estos llamados de atención del Washington Post sirvan para que el tema de los desplazados venezolanos en nuestras fronteras, merezca un debate a fondo y serio en el seno del mayor órgano político de las Naciones Unidas y de su comisión para los refugiados. Y a que se planteen soluciones efectivas. Porque la verdad es que, hasta ahora,  esas soluciones no se vislumbran. No las tienen los medios norteamericanos, los gobiernos de Estados Unidos y de los países latinoamericanos, o los medios en nuestra región.

Mientras tanto, Maduro sigue jugando a la política, planteando un adelanto a las elecciones presidenciales, con la mayor parte de los partidos políticos con impedimentos artificiales para que puedan participar y una clase dirigente opositora, totalmente dividida e incapaz de mirar más allá de sus personales intereses. No despiertan entusiasmo para que la oposición participe masivamente en las próximas elecciones presidenciales. Si eso sigue así, la derrota frente a Maduro y su régimen, de nuevo será vergonzosa. Como declaró este fin se semana Vladimir Villegas, “el principal partido político en Venezuela no es la MUD, el PSUV, ni PJ, ni AD. El principal partido es el descontento. Y añadió: “la desmotivación de los opositores se debe a que no han encontrado un líder que los motive y les genere esperanzas”. La pregunta  que queda es la de si ese descontento se va a poder expresar en las próximas elecciones.