Este año, sabemos que el recorte a la actividad científica colombiana será desproporcionado.
La política que le duele a la ciencia: una alternativa para ese dolor
En el siglo pasado, Carl Sagan expresó: Vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de la ciencia y la tecnología, en la que casi nadie sabe nada sobre ciencia y tecnología. En Colombia, no hemos sido la excepción. Tenemos una política que no es sensible al apoyo y generación de ciencia; muy a pesar que en el ámbito político se sabe de los beneficios que la ciencia tiene.
Este año, sabemos que el recorte a la actividad científica colombiana será desproporcionado. Los trinos con #CienciaSinRecorte y #NoAlRecorteALaCiencia declaran que el presupuesto para servicio a la deuda y de la defensa, subirá. Qué el presupuesto de COLCIENCIAS, después de cumplir con los compromisos de vigencias anteriores, será de sólo cinco mil millones. Qué estaremos condenados al atraso por una economía extractiva. Qué sin financiación, no se podrán afrontar retos ambientales y modernizaciones rurales. Qué el recorte de la ciencia es un recorte a los sueños de los colombianos.
En respuesta, la comunidad científica invitó a pronunciarnos como sociedad. Sobre todo porque los argumentos de la paz incluían más ciencia, salud, deporte y educación. Se invitó a un plantón tanto en Bogotá como en distintas ciudades. Un plantón producto de la poca respuesta y explicación del presidente Santos al recorte.
En un país con tan poca ciencia, resultado de tan exigua inversión, es razonable que llamarse científico suene pretencioso. Pero nadie puede negar, que los científicos colombianos hemos luchado arduamente para sensibilizar y concientizar a nuestros gobernantes, de la importancia de nuestro papel en el desarrollo del país.
Sin embargo, hechos derivados de la mala política como la burocracia, la corrupción y la poca meritocracia, se han interpuesto y han limitado nuestro futuro científico. Lo han limitado en tantas ocasiones que nos hemos perdido nuestro objetivo en el proceso. Hemos quedado psicológicamente débiles y frustrados. Nos han dicho, que nos han dado ayuda financiera, pero no es justo llamarla así, sí no nos están ayudando a avanzar. Por eso, muchas veces, hemos sentido que nos han quitado las aspiraciones de producir conocimiento útil para la sociedad.
El recorte irá, las regalías de CTeI se volverán placa huellas. Es evidente que la mayoría de la clase política no nos escuchará. A pesar que muchos de ellos hayan pasado por nuestros laboratorios, y algún día hayan valorado nuestro esfuerzo, no nos escucharán. En sus agendas habrá cada vez más juegos de poder, que juegos de saber.
Algo debemos hacer para darle un giro a la ciencia en Colombia. Debemos ser verdaderos líderes sociales. Debemos pasar de la comunicación del conocimiento en artículos, a la apropiación y materialización del conocimiento en la realidad. Ya no sólo deberemos hacer “papers”, sino deberemos ser “makers”.
En esta crisis deberemos ser artífices de nuestro propio futuro. Ser protagonistas de cambio y no víctimas del cambio será lo indicado. Habrá muchos caminos y acciones que podremos tomar. Por ello, no será descabellado plantear que en la política se requieren personas formadas en ciencia. Muchos de científicos podremos ejercer ese rol. Las personas por definición somos seres políticos, y a pesar que los científicos no ejercemos la política, nada nos impide hacerla.
Debemos superar la timidez y el miedo. En un mundo con inequidad, que no viene de causas o castigos divinos, sino que es producto de causas materiales como la corrupción, los principios y valores de la ciencia deben tener una oportunidad. Los hacedores de ciencia merecemos un escenario político para hablar de ella y promoverla como base del desarrollo.
Si bien la desaparición de las ranas o abejas no tendrá repercusión política, cómo lo afirmó Frederick Seitz, el surgimiento de líderes políticos desde la ciencia, si podrá transformar una sociedad. Seguro habrá 400 mil ciudadanos que apoyen el nacimiento de un partido así. Seguro los colombianos, se darán una oportunidad para elegir una alternativa así.
Por qué no pensar en tener un presidente con doctorado como en Singapur o Alemania? De hecho, Ángela Merkel tiene doctorado en Química Cuántica. ¿Por qué no tener muchos científicos en posiciones de gobierno como en China, donde ocho de nueve de los cargos más importantes, los han ganado personas de ciencia? ¿Por qué no tener versiones colombianas de la ex primer ministra de Inglaterra Margaret Thatcher, científica en Química? ¿O del expresidente Jimmy Carter, Ingeniero Nuclear? ¿Por qué no responder a un mundo sofisticado científica y tecnológicamente con más científicos en el gobierno? ¿Por qué no?
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