Acaban de terminar los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que con total éxito se realizaron, en gran parte, en la ciudad de Barranquilla, lo cual le permitió a la ´Puerta de Oro de Colombia´ quedar con una extraordinaria infraestructura deportiva que hará parte del magnífico desarrollo que ha tenido la capital del Atlántico en los últimos años.

Uno de los hechos en los cuales hicieron énfasis los medios de comunicación tanto locales como nacionales y extranjeros, fue la inauguración del malecón que construyeron al lado de uno de los brazos del río Magdalena que baña a la querida Barranquilla.

Los barranquilleros han expresado su orgullo por el desarrollo y los cambios urbanísticos que se han venido ejecutando en ésa ciudad especialmente los de los últimos años, y el malecón ha sido tomado por ellos como una obra que hará historia porque en ese paseo de ronda de río, los habitantes y los visitantes de esa gran urbe van a tener la ocasión de recrearse y disfrutar del paisaje y del aire fresco del Magdalena.

¡Qué diferencia! Lo digo con dolor por lo que nos ha pasado a los cucuteños con nuestro malecón, esta emblemática zona de la ciudad que fue orgullo de los cucuteños en la década de los años 80, hoy se debate entre la indolencia y el descuido, no sólo de las autoridades locales sino también e increíblemente, de casi toda la comunidad cucuteña. 

El Malecón de Cúcuta fue el primero que se construyó en nuestro país, y en su momento provocó la visita de alcaldes y gobernantes de otras regiones que quisieron y de hecho lo hicieron, copiar esta obra. 

Ciudades como Riohacha, Valledupar, Montería, Cali, Medellín, Santa Marta, San Andrés y muchas otras, han encontrado en estos bellos paseos de borde de río, una forma espléndida de mostrar con orgullo sus zonas más atractivas, generando con ello buen urbanismo y creando espacios hermosos para el sano esparcimiento y el deporte, la recreación y el desarrollo económico que necesariamente se da alrededor de una obra de esa naturaleza.

¡Qué horrible paradoja para Cúcuta! Es una crítica constructiva que hago con el único propósito de que todos reaccionemos frente a la pobre situación actual de nuestro malecón y al peligro que implica caminar por los tres kilómetros de su recorrido, pues la presencia de  drogadictos y atracadores, quienes se han apoderado del sector, constituyen un grave riesgo para todos los que por allí transitan.

Conocí un caso hace pocos días, el de una joven llegada de Bogotá, quien por su afición a trotar salió a recorrer El malecón, que para ella es el sitio ideal para hacer deporte, y un policía la hizo detenerse y le dijo: “¿qué hace a las 5:00 de la tarde trotando por El Malecón, acaso no sabe que la pueden atracar o irrespetar?”, y le recomendó que se abstuviera de hacer deporte en este lugar, pues era muy peligroso. Doy fe de la veracidad del caso porque la joven que trotaba por El Malecón, como cuando era niña, es mi hija.