Se llama juego de suma cero a aquel en que si alguien gana es sólo porque alguien pierde. El ejemplo más famoso es el juego del monopolio. El concepto subyacente es que no hay posibilidad de crear riqueza; la riqueza es fija.

Hay quienes tienen una fuerte creencia que la economía es como un juego de suma cero con riqueza fija (muchos maestros que la transmiten a sus alumnos); y están aquellos que creen que los recursos naturales no dan riqueza, sino que es el trabajo conjunto e innovador de las personas en un marco de mercado con apego a leyes equitativas, lo que permite crear riqueza que eleve la calidad de vida de todos. La primera se basa en la desconfianza de la lucha de clases, y la segunda, en la confianza en el otro y la cooperación, sin creer que los seres humanos somos ángeles, sino que sus relaciones están cubiertas por una ley objetiva y seria. Lo de riqueza fija, tiene a su vez un refuerzo irracional en la creencia que la riqueza es “natural” y propiedad de “todos”. Corolario: al ser fija se requiere un “líder popular” para distribuirla “apropiadamente”.

El libro “El Origen de la Riqueza” de Eric D. Beinhocker (Harvard Business School Press, 2006), trae la gráfica de un estudio de varios países sobre sus niveles de confianza (eje vertical) frente al PIB per cápita (eje horizontal), y los resultados no sorprenden. Con los ejes divididos en bajo-medio y alto, podemos imaginar la gráfica dividida en cuatro cuadrantes así: el infierno-purgatorio (baja a media confianza y bajo a medio PIB per cápita), el cielo (alta confianza y alto PIB per cápita), los confiados (alta confianza, bajo a medio PIB per cápita) y los incrédulos (baja a media confianza y alto PIB per cápita). Esos cuadrantes muestran agrupamientos. Suramérica, por ejemplo, están en el infierno, compartiendo honores con los países de la antigua Unión Soviética, lo cual seguramente ha empeorado por que el estudio es del año 2000. Ese cuadrante está formado por países de tradición cristina, católica u ortodoxa, con su recurrente discurso de la bienaventuranza de ser pobre, de la cual se alimentan los antimercado. En el cielo están USA y países occidentales europeos históricamente protestantes, y Japón y Corea del Sur, seguidores del confucianismo. En los confiados están China e India, y en los incrédulos, Francia, Italia y España, países europeos católicos filoizquierdistas.

Beinhocker explica que sucede cuando en un país chocan los dos modelos económicos de pensamiento. Pasado un tiempo, cuando los agentes de la suma no cero encuentran maneras de cooperar para crear nueva riqueza, son atacados por los agentes del modelo de suma cero. Este conflicto, si no se enfrenta fuertemente, reducirá las intenciones de cooperar, y eventualmente los agentes de suma no cero, aprenderán que la cooperación no paga y verán como opción aceptar como válidas los “axiomas” del bando de suma cero. “Cuando los investigadores modelan estas dinámicas, ellos encuentran a menudo que hay un punto de inflexión: una vez una sociedad pasa un umbral definido por la relación de cooperadores (suma no cero) versus no cooperadores (suma cero) en una población, se llega a hacer   muy difícil lograr mantener cooperación a gran escala, resultando en una trampa de pobreza”, concluye Beinhocker.

Sobra decir que los defensores de las economías de suma cero son los estados colectivistas y autocracias de economía centralizada como Cuba, Corea del Norte o Venezuela; los defensores de las economías de suma no cero son los países de economía de mercado, sean democracias liberales o no. La mayor parte de países en desarrollo enfrentan la lucha entre los dos modelos, lo importante es saber si ya cayeron en la trampa de pobreza. Beinhocker no dice como saberlo, pero basta con seguir la jurisprudencia de un país para darse una idea. ¿Usted cree que Colombia está ya en la “trampa de pobreza”?