Espero que en esta visita de Gustavo Petro se dispare la venta de huevos y tomates para dinamizar la economía y permitir que muchas familias desayunen.
Huevos y tomates
Uno espera de los candidatos a ocupar cualquier cargo público un mínimo de decencia en sus actos. Uno espera a gente preparada cuyo lenguaje y expresiones sean luz y no sombra. Uno no elige a un gamín para que administre alcaldías y gobernaciones, sino a gente que gobierne con buena letra –no hablo de la corrección política- y que huela bien, incluso por escrito.
Esta campaña política se ha destacado por no estar a la altura de las circunstancias. No ha habido debate, sino cruce de insultos. No hay una propuesta luminosa, sino frases sacadas del Manual para hacer campaña, de Karl Zschirnt: “menos impuestos, más empleos”.
La torpeza y maldad que se ha visto en las campañas no provienen del Príncipe de Maquiavelo, ni del Leviatán de Hobbes, sino del clásico “Hacia una teoría general sobre los hijos de puta”, del argentino Marcelino Cereijido, donde estudia el “afán por hacer daño” como infamia universal.
Hay un rumor en la ciudad según el cual Ramiro Suárez ordenó sabotear la presentación de Gustavo Petro en Cúcuta. Piensan lanzarle huevos y tomates cuando esté entrando al parque Santander. No imagina Ramiro Suárez y sus cipayos que esas docenas de huevos y eso bultos de tomate los usará la gente para prepararse un desayuno memorable.
-¿No es acaso más inteligente lanzarle a Gustavo Petro una pregunta?
Yo le preguntaría sobre la clase política del departamento y su relación con el paramilitarismo.
Yo le preguntaría sobre si existe alguna influencia de la fracción de las Farc (que no se ha desmovilizado) y la izquierda departamental.
Yo le preguntaría sobre Ramiro Suárez y sus negocios con los políticos que ahora están en campaña.
Yo le preguntaría sobre su posición frente la frontera y Nicolás Maduro.
Pero resulta que la gente no pregunta, insulta. Y si la gente insulta es porque ya se acostumbró a los hijueputazos de Uribe, los puñetazos de Basilio, las patadas de J.M. Corzo, los coscorrones de Vargas Lleras, los escupitajos de María Fernanda Cabal, los trinos del uribe-popeyismo y las mentiras de las redes sociales donde acribillan, demuelen, lapidan, acaban y pulverizan a un ser humano. Es una actitud abiertamente paramilitar, como la de los hornos crematorios de Juan Frío, pero a través de memes y mensajes de Facebook.
Espero que en esta visita de Gustavo Petro se dispare la venta de huevos y tomates para dinamizar la economía y permitir que muchas familias desayunen. Lo que no se necesita es la violencia, es decir, aquélla que impide que haya un huevo en la mesa si no se tiene un permiso del señor de La Picota.
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