Servirnos de puente para una zona de guerra fronteriza empeoraría los índices que tenemos de inseguridad y pobreza.
Cúcuta no necesita una guerra
“Jamás penséis que una guerra, por necesaria o justificada que parezca, deja de ser un crimen”.
Ernest Hemingway
El Gobierno de Venezuela, liderado por la nefasta “revolución bolivariana”, ha dirigido su población a tener la peor crisis humanitaria de su historia.
A pesar de tener las mayores reservas de petróleo en el mundo y una significativa cantidad de recursos no renovables como el oro, el coltán y el mineral de hierro, las políticas de control económico y el exagerado direccionamiento de subsidios, crearon un modelo público insostenible que ha generado pobreza, violencia y muerte.
Opresión militar, corrupción, abuso de poder, persecución a contradictores políticos y censura a libertad de expresión, han sido las armas que Nicolás Maduro ha esgrimido para mantenerse en la presidencia.
No obstante, el mundo entero ha sido testigo de los atropellos que ha sufrido el pueblo venezolano y, con el fin de rescatar la democracia en este país, varios países en una acción diplomática han reconocido a Juan Guaidó como presidente interino mientras se convocan unas elecciones transparentes, supervisadas por organismos internacionales.
Hasta aquí todo iba bien, pues estoy convencido que un “cerco diplomático” es la vía principal para ejercer la presión internacional sobre la cual Maduro no pueda ver otra salida diferente a la de aceptar unas votaciones presidenciales justas y que la ciudadanía pueda definir su futuro.
Sin embargo, en lo que creo fue una salida en falso, Guaidó pretendió pasar la ayuda humanitaria por diferentes puntos de la frontera con Venezuela, y haciendo caso omiso de que estos pasos fronterizos estarían restringidos, el saldo trágico de la jornada resultó en más de 340 personas heridas y 4 muertos hasta el momento.
A razón de estos acontecimientos, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, y otros personajes, incluido el presidente interino Juan Guaidó, expresaron que una intervención militar debería ser una opción para considerar.
Esta afirmación no solo es irresponsable, sino que también puede desembocar en una guerra que no necesitamos los que vivimos en la frontera y que traería más problemas de los que actualmente tenemos.
Servirnos de puente para una zona de guerra fronteriza no solo empeoraría los índices que tenemos de inseguridad y pobreza, sino que las vidas que se perderían producto de este conflicto ocasionarían una tragedia social imposible de revesar. Intervención militar en Chile, 1974: 40 mil víctimas fatales. Intervención militar en Panamá, 1989: más de 3 mil muertos. Intervención militar en Nicaragua, 1990: más de 250 mil desplazados y alrededor de 60 mil muertos. Estos casos anteriores son algunos ejemplos en nuestro continente que demostraron que este tipo de estrategias militares solo empeoran cada situación en particular y crea un escenario donde las desapariciones, torturas, secuestros y homicidios son el pan de cada día por muchos años.
Nuestra región cucuteña ha sido víctima de problemas estructurales ocasionados por la dependencia económica con el país vecino, la migración interna producto del conflicto en el Catatumbo y las malas administraciones políticas que, por la desbordada corrupción manejada, los recursos económicos de la ciudad han sido derrochados sin ningún propósito de desarrollo y bienestar. Ahora, a todo lo anterior no podemos sumarnos al riesgo de participar en un conflicto bélico con un país que esta armado hasta los dientes sin primero analizar cuales serían las consecuencias.
Si lo que queremos es recuperar la democracia en Venezuela, debemos seguir fortaleciendo las vías diplomáticas que presionan el régimen de Maduro. Si la verdadera prioridad es enviar ayuda humanitaria a nuestros hermanos venezolanos, los líderes internacionales deben gestionar por medio de la Cruz Roja y Naciones Unidas la entrega de estos productos vitales para nuestro vecino país. Lo que no podemos permitirnos es ser un canal de improvisación política para escalar el conflicto que tenemos, Cúcuta no necesita una guerra.
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