Este mes de enero se cumple un año de la aparición “oficial” (oficial, porque parece que hay serios datos que en China se conocía desde octubre de 2019) de la pandemia del virus SARS cov-2 que dio origen a la enfermedad infecciosa llamada Covid-19 y que se ha cobrado la vida, para este fin de año cerca de 1,8 millones de personas, incluyendo amigos y parientes que tanto nos han dolido. Por eso 2020 será para la historia el año del Covid. 

Por eso mismo, 2021 llega con expectativas superiores a las que usualmente trae un nuevo año. El anuncio de la llegada de la vacuna está en la base de esta esperanza superlativa. Soy optimista en que la vacunación será mucho más rápida de lo esperado. 

Pero quedan dudas importantes para el regreso a la “nueva normalidad”: ¿Con que porcentaje de vacunados se adquiere inmunidad de rebaño, por país y a nivel mundial? ¿Será una única vacuna de por vida, o las diferentes mutaciones la harán una enfermedad recurrente que requerirá vacuna anual? Pero en especial, la gran incógnita es, ¿qué medidas a nivel mundial se irán a tomar para evitar otra pandemia, que podría ser mucho más grave que la de 2020? 

Y a nivel nacional, regional y local, ¿qué medidas se van a tomar para reforzar el sector hospitalario que mostró sus grandes debilidades con esta pandemia? Pero de igual importancia es cómo vamos a ajustar el modelo económico para recuperarnos del grave golpe sufrido, y a abandonar el modelo asistencialista que ya nos tiene ad portas de una nueva reforma tributaria que “reduzca” aún más la economía colombiana. El aumento de la pobreza será la materia prima que utilizaran los actores políticos antidemocráticos el año entrante para posicionarse para las elecciones de 2022; la izquierda buscará justificar un régimen autocrático, en defensa de los “pobres”, a lo cual se unirán “progresistas” de los medios, del sector judicial y de la “academia”. 

Si no paramos a tiempo esté modelito que se va a vender como de “centro”, lo que llegue no durará año y medio como el covid; ahí tenemos a Venezuela que ya quemó una generación en esa aventura socialista. El papel que juegue el nuevo gobierno gringo será crucial: si se vuelve a la época de Obama, apague y vámonos. Si Estados Unidos se reorienta en su política con América Latina, podrán superar las dos pandemias (la del Covid y la del socialismo), de manera relativamente rápida, sin daños catastróficos, solo graves. 2021 será la medida de lo que va a pasar en 2022 con las propuestas de revocatoria de mandatarios regionales o locales, que agitarán el mundo político en el nuevo año.

Pero, sin dudarlo, 2020 cambió al mundo. El avance de las comunicaciones virtuales y de los sistemas de información, que dieron un salto de más de una década en un año, obligará a replantear muchos paradigmas con los que veníamos. La bioseguridad llegó para quedarse, pero con ella entrará cada vez más fuerte la ciberseguridad, un tema que veíamos como algo etéreo en el tercer mundo. Y Colombia está atrasado en infraestructura de transmisión de información comunicaciones, que deberá replantearse so pena de seguir rezagándonos en el planeta.

Y el centralismo y la planificación urbana requieren cirugía mayor. Como nos mostró la pandemia los grandes problemas se terminan manejando a escala urbana, y no podemos seguir dependiendo de una burocracia centralista aislada de las realidades locales. Pero claro, se requiere que también la ciudadanía organizada de las ciudades se haga cargo de la planeación de sus regiones metropolitanas; como lo mostró la pandemia las decisiones son nacionales, pero los daños los pagan las ciudades. Eso hace los procesos revocatorios más importantes.

Estas son solo unas ideas de la gran cantidad que nos dejó la pandemia, y 2021 es el primer año de la “nueva realidad”, cargado de esperanzadoras expectativas.