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Lunes, 1 Septiembre 2014 - 11:46am

Víctimas de desaparición forzada: un duelo que nunca se cierra

Ayer se celebró el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, un delito que en Colombia deja 147.177 víctimas, de las cuales 4.021 son de Norte de Santander.

Archivo / La Opinión
Asociaciones de familiares desaparecidos en Cúcuta.
/ Foto: Archivo / La Opinión
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jhon.jacome@laopinion.com.co

Ayer, mientras muchas personas apenas se despertaban de la rumba del viernes o planeaban lo que iban a hacer en la noche aprovechando el fin de semana, miles de personas en el país lamentaban un año más de la desaparición de uno de sus seres queridos.

El delito de desaparición forzada, que en Colombia deja hasta hoy 147.177 víctimas, de las cuales 4.021 están en Norte de Santander, es el culpable de que muchas familias, inclusive 20 años después, no logren cerrar el duelo por la pérdida de sus hijos, padres, hermanos, esposos o tíos, arrebatados del seno de sus hogares en circunstancias que solo logran acrecentar su dolor, un dolor que solo tendrá fin hasta que ‘logre enterrar así sea una uña de mi hijo’.

La Opinión logró hablar, en el marco de la celebración del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, con varias familias cuyos seres queridos fueron desaparecidos por la guerrilla, los paramilitares o, en el colmo del absurdo, por las mismas autoridades (falsos positivos del Ejército en Ocaña).

Sus testimonios, crudos, desgarradores y plagados de detalles, logran revelar tras de sí una realidad que varios de los actores del conflicto han empleado a lo largo de la historia reciente del país para ocultar sus crímenes: desaparecer a sus víctimas valiéndose de cualquier método posible, incluidos los desmembramientos y posterior arrojo de sus partes a un río o, como los paramilitares que operaron en Villa del Rosario, incinerando los cuerpos en hornos.

 

Lo subieron a un carro y no volvió


Reinaldo Méndez Durán desapareció el 15 de diciembre de 2001 en la vereda Pedregales de El Zulia. Ese día, había bajado hasta la carretera con la leche que diariamente vendía. Estando sobre la vía, fue presionado por unos hombres para que abordara un vehículo. Nunca más volvió a aparecer. Ese día, su mamá recibió una llamada en la que le advertían que su hijo había sido ‘levantado’ por los paramilitares. Años después, la mamá de Reinaldo le preguntó a Jorge Iván Laverde, alias El Iguano, excomandante del Frente Fronteras de las AUC, por el paradero de su hijo. Este le dijo que a su hijo sí lo habían matado ellos y que su cuerpo lo habían lanzado al río Zulia.

 

Lo mató el Ejército y lo presentó como un positivo


Florentino Méndez Durán, hermano de Reinaldo, desapareció el 3 de abril de 2003 cuando se dirigía hacia Ocaña, donde debía cumplir con un contrato de mantenimiento de unos pupitres en una escuela de la zona rural. Ese día, sin que su familia aún sepa por qué, llamó desde Convención, un pueblo que no estaba en la ruta hacia su destino, y dijo que todo iba bien. Sin embargo, nunca más volvió a llamar. Cinco años después, su mamá se enteró de que a su hijo lo habían asesinado ese 3 de abril cuando desapareció y que, para acabar de ahondar su tristeza, era uno más de los llamados falsos positivos del Ejército. Su cuerpo apareció enterrado en el cementerio de Ocaña y el pasado 18 de julio su familia, por fin, pudo tener consigo los restos y darles sepultura.

 

Denunció la muerte de su esposo a manos de la Policía


Martha Cecilia Durán Alarcón, hermana de Antonio Durán, desapareció el 5 de septiembre de 2002 en Gachancipá (Cundinamarca), adonde había ido a parar luego de ser desplazada de Aguachica (Cesar) por haber denunciado a la Policía como la responsable del homicidio de su esposo Luis Santiago Felizzola Santana, entonces alcalde de Gamarra, ocurrido en 1992. Martha, además, había denunciado la muerte de su hermano Claudio el 12 de agosto de 2000, en Aguachica, a manos de un grupo de paramilitares comandados por Juan Francisco Prada Martínez, alias Juancho Prada. De ella, que dejó una hija con Luis Santiago, su familia no volvió a saber nada.

 

Desapareció en Santa Marta


Luis Delgado Amaya desapareció el 6 de noviembre de 1991 en Santa Marta. Era natural de Ocaña y tenía 38 años. Dejó a su esposa y 6 hijos. Trabajaba llevando alimentos desde Ocaña y Ábrego para la Costa Atlántica. El día de su desaparición habló con su esposa y le dijo que iba a llevar un viaje de juguetes desde Maicao hasta Bogotá. Sin embargo, en la residencia donde se hospedaba en Santa Marta, fue abordado por dos sujetos con los que salió y jamás volvió. El camión que conducía en ese entonces Luis, fue hallado en una calle de Girón (Santander) en el 2010. No obstante, las autoridades no se lo han devuelto a sus familiares. Se desconoce dónde pudo haber quedado su cuerpo.

 

Un amigo lo entregó a sus victimarios


Obed David Serrano Vargas desapareció el 6 de junio de 2003 en Buena Esperanza (Cúcuta). El día de su desaparición un amigo le dijo que lo acompañara a un trabajo. Desde entonces no se volvió a saber nada de él. Tenía 22 años y llevaba un mes de haber llegado de prestar el servicio militar. Su madre dijo que un hecho extraño rondó su desaparición. “Mientras prestaba el servicio, a mi hijo le dieron un descanso. Mientras descansaba, llegaron a la casa unos militares acusándolo de tener armas escondidas. Nos esculcaron todo y no hallaron nada. Al mes, a mi hijo le entregaron la libreta militar y le dijeron que se fuera”.

 

Iba a hacer una llamada a celular cuando desapareció


Eliana Lizeth Quintero desapareció el 3 de enero de 2007, cuando se dirigía hacia el Parque Santander a hacer una llamada de celular. Lo último que se supo de Eliana fue que salió de su casa, ubicada en la calle 10 entre avenidas 7 y 8 del centro de Cúcuta, con rumbo a una venta de minutos en el parque. Según sus familiares, Eliana nunca alcanzó a llegar adonde el señor que siempre le vendía los minutos. La joven, que en el momento de su desaparición tenía 22 años, había terminado materias de Derecho en la Universidad Libre de Cúcuta y estaba próxima a graduarse. Su familia jamás ha recibido información sobre su paradero.

 

Salió a hacer una carrera y no volvió


Jhan Carlos Bayona Sánchez desapareció el 20 de enero de 2012 en el barrio Los Almendro de la ciudadela Juan Atalaya. Ese día, hacia las 4 de la mañana, recibió una llamada a su celular en la que le pedían que hiciera una carrera en el taxi Chevrolet Spark que conducía. Tenía 22 años, era soltero y no tenía hijos. Luego de su desaparición, la familia recibió varias llamadas en las que le exigían $3 millones para devolverles ‘al menos la cabeza de Jhan Carlos’. Después de un tiempo, las llamadas cesaron y Jhan, junto al vehículo en el que desapareció, jamás volvió a ser visto.

 

Lo desapareció el Eln


Antonio Durán Alarcón desapareció entre el 25 y el 28 de octubre de 1989 en Gamarra (Cesar). Tenía 24 años. Según su familia, a Antonio le llegaban cartas de la guerrilla del Eln en la que le decían que lo iban a reclutar. Por esta razón, su familia está segura de que fue esta guerrilla la responsable de su desaparición ante la negativa de unírseles. A un hermano de Antonio, Luis Alberto, el Eln lo ha amenazado por decir en diferentes oportunidades que fue esta guerrilla la que desapareció a su familiar.

 

‘Sabemos dónde podrían estar 250 cuerpos’


Luis Alberto Durán Alarcón, hermano de Antonio y Martha Cecilia (anteriormente mencionados) y presidente de la asociación departamental de Familiares Víctimas por Causa de Desaparición Forzada ‘Verdad y Justicia’, manifestó a La Opinión que está en conversaciones con la Fiscalía General de la Nación para que esta entidad lo acompañe hasta unos sitios del departamento donde la asociación que preside tiene identificadas una serie de fosas en las que podrían encontrarse cerca de 250 cuerpos.

“Tenemos información de que en una finca llamada El Suspiro, en La Gabarra (Tibú), al pie de unos árboles de mango, estarían enterradas 47 personas. Allí en La Gabarra, pero en el puerto Caño Guaduas, en una cacaotera, sabemos que podrían existir 200 fosas comunes. Por los lados de El Martillo, también en La Gabarra, cerca a la escuela, junto a un árbol, una persona nos dijo que tiene información de que allí fueron enterrados dos de sus hijos. Además, sabemos que en las veredas Santa Cruz y Los Cauchos de El Tarra, hay numerosas fosas comunes”, agregó Durán Alarcón.

 

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