El viceministro de Política Criminal, Carlos Medina, aseguró que la aspersión aérea con glifosato no entregó los resultados deseados y que, por el contrario, generó grandes costos para el Estado y desgastó la política antidrogas.

“La aspersión no tuvo el impacto deseado. Afectaba cosechas y era una forma brusca del Estado para entrar en contacto con los eslabones más bajos de la cadena del narcotráfico. Y si a eso le sumamos los debates de afectación a la salud que se generaron, podemos llegar a la conclusión de que no necesariamente era la estrategia ideal a utilizar”, señaló el viceministro.

Según el funcionario, esta estrategia dejó centenares de demandas por parte de los ciudadanos y generó un costo político y económico “altísimo” para el país, produciendo un desgaste innecesario en la propia institucionalidad.

Aclaró que la aspersión con glifosato era solo una de las estrategias que se empleaba para combatir al narcotráfico, pero no iba a ser una medida de punto final.

A raíz de las malas consecuencias que dejó esta medida, el Estado avanza hacia una intervención distinta, basada en los Derechos Humanos y el individuo, según manifestó Medina.

El funcionario también hizo énfasis en que una nueva política de drogas no es sinónimo de bajar la guardia, sino de emprender acciones más eficaces.

“Estamos apuntándole a una intervención fuerte contra las estructuras criminales y no hemos suavizado la respuesta, pues queremos concentrar la capacidad limitada que tiene el Estado para golpearlas en donde más podamos debilitarlas”, concluyó Medina.

La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), un organismo de la ONU, señaló que en Colombia, que se mantiene como principal productor de hoja de coca, insumo de la cocaína, ahora es notorio el aumento del consumo interno y los problemas vinculados al tráfico a pequeña escala.

Bogotá | Colprensa