De acuerdo con las autoridades de Ibagué, el feminicidio se produjo por móviles pasionales.
Asesino confesó crimen de su expareja en vivo por radio
Después de dispararle a Sandra Lucero Ramírez, el homicida Diego Fernando Morales Molina se entregó en el CAI de El Salado en la zona norte de Ibagué.
En menos de dos días, dos mujeres fueron asesinadas por las manos de quienes juraron amarlas. Primero fue doña Celmira Aguirre Ramírez, conocida de cariño como ‘La Mona’, en hechos ocurridos en la calle 15 frente a ‘La Rampla’; y ahora, la víctima de los celos y la obsesión fue Sandra Lucero Ramírez Villamil, de 44 años de edad, en el barrio Ricaurte - parte baja.
El domingo sobre las 9 de la noche se escucharon varios disparos al interior de la vivienda de la calle 23 B con carrera 11 sur 39. En la puerta y ensangrentado permanecía Robinson Vargas Forero, de 37 años, mientras que cerca de la cocina y en el piso estaba Ramírez Villamil con un tiro en la cabeza. Quien había accionado el arma de fuego en contra de la pareja había sido Diego Fernando Morales Molina, excompañero sentimental de la femenina, que escapó minutos después.
La cuadra se llenó de varios ciudadanos y llegaron cuadrantes de la Policía Metropolitana de Ibagué. Entre cuatro hombres sacaron alzado a Vargas Forero y lo trasladaron a la USI del sur, luego fue remitido a un centro médico de mayor nivel donde permanece bajo pronóstico reservado. Por su parte, a Ramírez Villamil la llevaron en un taxi a la Clínica Tolima, donde reportaron su deceso.
De acuerdo con el coronel Nicolás Carmen Aristizábal, comandante de la Policía Metropolitana de Ibagué, el feminicidio se produjo por móviles pasionales.
“El señor Diego Fernando Morales vivía en esa casa y sostuvo una relación sentimental con la hoy occisa, hubo una discusión rápida, desenfundó un arma de fuego y le ocasionó la muerte, uno de los inquilinos salió a defenderla y recibió un impacto en la cabeza. Son móviles de celos excesivos”, señaló el Oficial.
Una vez agentes de la Sijín Metib conocieron el caso, iniciaron la investigación y ubicaron al asesino, quien vive en el barrio Galán.
Allí allanaron la morada y encontraron el revólver calibre 38 con el que cometió el feminicidio y el ataque al otro hombre.
A la vez se contactaron con Morales Molina, quien refirió entregarse de manera voluntaria y así lo hizo ayer.
Versión de la familia
Sandra Lucero era una mujer alegre, amable y siempre estaba dispuesta a ayudar a su familia. Dejó a dos hijas, una de ellas menor de edad, quienes entre lágrimas contaron a noticieros radiales la versión que tienen de la tragedia que las enluta. Al parecer, su pariente llegó de visitar a un conocido que está enfermo. El inquilino (Robinson Vargas) le hizo el favor de llevarla en la moto porque el sitio queda en una vereda: “Le disparó a él y a mi mamá. Ellos no tenían nada y era obsesivo con ella, la amenazaba de muerte”, dijo Carol Ospina Ramírez.
La pareja se conoció tiempo atrás, cuando Morales Molina quien se desempeñaba como vigilante, arrendó una de las habitaciones de la casa de Ramírez Villamil. Luego habrían iniciado una relación sentimental, pero los problemas llegaron hasta el punto en que supuestamente en una ocasión, este la agredió y por eso con una medida cautelar, al ciudadano le tocó irse de la casa.
Sin embargo, el hombre no habría aceptado el fin de aquel amor e inició una ‘pesadilla’ para Sandra y quienes la rodeaban. De acuerdo con la hija de la fallecida, el sujeto semanas antes del asesinato le envió mensajes y videos a través de Whatsapp donde la amenazaba; por esto para los parientes de Ramírez Villamil, él premeditó el crimen y no fue en un momento de rabia como él indicó, “eso no es cierto, él la venía amenazando, eso fue una obsesión”, aseguró Ospina Ramírez.
Versión de morales
Diego Fernando Morales Molina, confesó el asesinato aunque señaló que se arrepentía y que lo había hecho por ira y celos, pues supuestamente Sandra Lucero le fue infiel con el inquilino.
Según Morales Molina, el domingo le hizo seguimiento a su excompañera y se dio cuenta que andaba con Vargas Forero, por esto le reclamó a ambos: “Llegó con el muchacho con el que me la estaba jugando, se bajó de la moto, seguí al man hasta el puente del Combeima y se entró a una taberna, le llamé la atención, le dije que no tenía por qué meterse con mujeres comprometidas.
Me fui para donde ella y le pregunté quién la había traído, me dijo que un mototaxi, le respondí ¿me cree bobo? y llorando le dije ¿por qué me hiciste esto?, dijo ¿muy bravito, muy bravito? Me fui por el arma, les disparé, pero no era mi intención asesinarlos”, relató Morales Molina a medios de comunicación.
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