En Cúcuta, como en otros municipios del país y el resto del mundo, sigue cobrando vigencia que las antenas pueden ser un riesgo para la salud.

Que las autoridades cumplan con oír a los ciudadanos y que se respete su voluntad por encima de cualquier interés, así sea económico, ha sido la petición a la que se suman cada vez más cucuteños.

Los ciudadanos piden límites frente a la instalación de estos sistemas de comunicación en las zonas residenciales. Entre tanto, las empresas de telecomunicaciones aseguran que tienen el aval del Gobierno nacional para ponerlas donde quieran.  

Sin embargo, para dirimir en la disputa hay otras soluciones planteadas desde la academia. El investigador Fabio Guerrero, catedrático asociado de Telecomunicaciones de la Universidad del Valle, pidió que las antenas fueran más, pero con menos potencia para reducir el campo electromagnético que estas emiten y reducir los riesgos de contraer enfermedades como el cáncer.

Según Guerrero, “en 2014 el Departamento de Oncología del Hospital Universitario de Suecia encontró que el uso continuado de teléfonos inalámbricos o celulares tiene un riesgo potencial de causar cáncer en niños y adolescentes”.

Aclaró que, como las antenas envían la señal desde la estación base al celular, es previsible que si se está cerca de una antena de transmisión existan riesgos para la salud.

Pero a la par de su petición, el director de la Agencia Nacional del Espectro (ANE), Óscar Giovanni León Suárez, dijo que no era necesario y que los ciudadanos no tienen de qué preocuparse. “Las empresas están cumpliendo con las mediciones de radiación que están por debajo de los límites establecidos por la OMS”, remató.

Ante la incambiable decisión de la ANE, Guerrero contradijo y aseguró que es necesaria la medida (basado en los estudios del Hospital Universitario de Suecia) porque los estudios recientes señalan que una exposición constante a estas podría generar riesgos.

El debate de siempre

Por décadas los expertos en salud han mantenido la controversia. Mientras el Gobierno asegura que se está cumpliendo con las mediciones de radiación y los límites están por debajo de los establecidos por la OMS, cada año resultan nuevas investigaciones que dan crédito a la idea de que sí se afecta a la salud.

Los cucuteños que se sienten amenazados solo piden que a su favor exista el beneficio de la duda.

“No es un asunto fácil, pero el tema está servido”, dice Ernesto Contreras, vecino de Guaimaral, uno de los sitios donde más abundan estas antenas.

Desde el quinto piso donde reside, se ven decenas de torres de telefonía regadas por la ciudad. Cúcuta parece una especie de tapete convertido en alfiletero que ha contado con la complacencia de ciudadanos que no se opusieron y cedieron parte de su patio o techo a cambio de un pago económico.  

“Quién le dice no a millón 200 mil pesos por solo prestar el patio”, dice sonriente Contreras.

En Guaimaral sus vecinos están enfrentados; unos apoyan a la presidenta de junta comunal, María Mercedes Gómez para que bajen las antenas ilegales y los otros, que reciben mesada, lógicamente se oponen. “Como veo esto, es muy difícil que la Alcaldía cumpla su promesa de bajar las antenas ilegales”, señaló Contreras.

Pero la discusión no solo es de barrio, a nivel de entidades el debate es mayúsculo; mientras la Alcaldía de Cúcuta, movida por sus comunidades, intenta el desmonte de 22 antenas ilegales porque no cumplen el POT municipal (Plan de Ordenamiento Territorial), las multinacionales apoyadas por el Gobierno central promueven su instalación en las zonas residenciales.

León Suárez dijo que Cúcuta debe cambiar su Plan de Ordenamiento Territorial (POT) para que se permita la instalación de antenas porque los operadores móviles están cumpliendo con las mediciones y los valores máximos del Decreto 195, sobre el nivel de exposición electromagnética.

Incluso, para que su teoría tenga más peso, el director de la ANE aseguró que no tendría problema si en su vivienda hubiera una torre y junto a su dormitorio.

Lo que preocupa a la Alcaldía es que una antena de más de 5 toneladas de peso, caiga y provoque no solo daños, sino que cobre muertes. Por ahora de 22, la Alcaldía solo ha cumplido tumbando una. El secretario de Gobierno, Óscar Gerardino, dijo que para las demás se surte el debido proceso jurídico.   

—Pero, ¿qué tanto es el nivel de exposición electromagnética en toda Cúcuta?— (Ver mapa)

Según la Agencia Nacional del Espectro el nivel de exposición electromagnética es de un 100% en la ciudad, pero su intensidad es baja.

El Gobierno se guía por las recomendaciones que hace la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo especializado de las Naciones Unidas que elaboró un escalafón de los niveles de exposición a las ondas electromagnéticas donde se determinó un rango de 0 a 120, siendo 100 el máximo permitido.

Los niveles de exposición en Cúcuta están muy por debajo de los niveles máximos al ubicarse en un rango entre 0- 25, según lo informó la ANE.

“Las antenas tienen una potencia entre 25 y 40 vatios, en comparación con las de radiodifusión y televisión, que manejan entre 10.000 y 15.000 vatios, y que deben estar ubicadas fuera de la ciudad”, aseguró León Suárez.

La discusión sobre qué se debe hacer, o no, aún no tiene respuesta.

Mientras esto pasa, las empresas telefónicas amenazan con que si estas se retiran se verá afectado en un 80 por ciento el servicio de telefonía.

Los tres problemas que supone la instalcaión de antenas

Según el catedrático de la Universidad del Valle, en cualquier parte del mundo las antenas de telefonía suponen tres tipos de problema: jurídico, médico y técnico.

Problema jurídico

La Agencia Nacional del Espectro ha efectuado más de 17 mil mediciones de la intensidad de campo electromagnético debido a las radiaciones que producen los emisores de las radiofrecuencias, encontrando que los niveles son permitidos.

“No son todos los puntos de medición que uno desearía”, precisó el especialista.

Guerrero dijo que, sin embargo, siempre existirán personas que no se sientan seguras y estarán dispuestas a entablar querellas jurídicas por el limbo que existe sobre si estas dañan la salud o no.

Problema médico

El investigador sostiene que las mediciones hechas por el Departamento de Oncología del Hospital Universitario de Suecia se hicieron sobre el uso continuado de teléfonos móviles celulares, sobre todo de teléfonos considerados de tercera y cuarta generación.

“Los más riesgosos son los smartphones”, señala Guerrero; “así que es una mala idea que los menores de edad los empleen de manera continua, pues está claro que existe una relación de su uso con el glioma”, cáncer producido por este tipo de radiación afectando el nervio auditivo.

De ahí –aclara- que en sus conclusiones el estudio sueco advierta a la OMS la necesidad de revisar urgentemente los límites seguros de la radiación, pues “si el uso continuado de móviles genera riesgo de cáncer, qué podría pensarse de una estación base de celulares”.

Problema de ingeniería

Además del jurídico y el médico-científico, el tema de las antenas tiene un componente adicional: el referente a la ingeniería. Guerrero aborda el tema radioeléctrico con la analogía  de la bombilla gigante para iluminar un cuarto grande.

“Usted tiene dos formas de iluminar un gran salón”, advierte el investigador. “La primera es poner una gran bombilla que genera mucho calor. Los que estén cerca a esa bombilla sentirán más calor que los que estén retirados debido a su cercanía con la fuente de radiación”.

La segunda alternativa es utilizar un conjunto de pequeñas bombillas, generadoras de poca radiación comparada con la gran bombilla, pero que en promedio tienen igual de iluminado el cuarto. Eso quiere decir que si usted está cerca de una de estas pequeñas bombillas tendrá menos riesgo de calentarse que estando cerca de una gran bombilla.

“Es un principio de ingeniería básico de telecomunicaciones”, sostiene Guerrero; “así que la alternativa que tienen los operadores de telefonía celular es instalar más antenas en la ciudad con una menor potencia”.