El día apenas empezaba y los niños de Carora llegaban a la cancha principal, con la ilusión de participar de los juegos tradicionales en la celebración de las Ferias de San Pedro y San Pablo que desde hace 50 años se celebran en el barrio.

Unos, como Juan Sebastián, llegaron cuchara y huevo en mano para participar de la tradicional carrera del huevo, que consiste en trasladar por toda la cancha un huevo sosteniéndolo con una cuchara apretada entre los dientes.

“Mi papá ganaba esta carrera de niño y este año el título va  a ser mío”, decía muy confiado el pequeño de 10 años.

En medio del jolgorio, la música, el reinado comunal, y las carrozas en honor a San Pedro y San Pablo, las competencias tradicionales son las que tienen mayor arraigo entre las familias. 

Padres e hijos se vuelcan a la cancha principal para no dejar perder la tradición de subir la vara de premio, correr encostalados, o hacer el tradicional circuito ciclístico por Carora.

Minutos después de la primera competencia del día la cancha queda embadurnada de huevo.  El turno ahora es para la ‘pesca milagrosa.

Los participantes deben vendarse los ojos y recoger a ciegas botellas del piso. Quién logre reunir el mayor número de envases en un minuto es el ganador.

Los primeros en salir a la arena intentan quedarse con el récord del mayor número de botellas, mientras los niños que esperan su turno los animan y les dan instrucciones para ayudarlos en la pesca.

“Estos juegos son la herencia que le dejamos a nuestros hijos, y cada año repetimos está celebración con el ánimo de que esta tradición no se pierda”, explica Alirio Moreno.

Mientras su hijo Josué, 8 años, salió victorioso en la pesca milagrosa al agarrar cuatro botellas, recuerda que su competencia preferida era el circuito ciclístico y el lanzamiento de aros, todos estos se realizaban en el mismo escenario: la cancha de Carora.