La lluvia les augura una mala noche a los vecinos de La Esmeralda. No pueden dormir y alistan baldes y palas para iniciar su lucha contra el barro y las piedras.

Un canal de aguas lluvias que atraviesa el asentamiento y que nace en la urbanización Betel es su verdugo. En cada aguacero arrastra carretadas de piedras de todos los tamaños hasta sus viviendas.

Algunas piedras son utilizadas por los vecinos para atrincherar sus casas ante el acoso del agua y el lodo; otras rocas les han servido para encaminar el canal lejos de sus casas.

En 2012, un fuerte aguacero se llevó parte de sus viviendas y de los gaviones que las protegían. La calle quedó intransitable desde entonces.

“Hemos pedido ayuda al municipio, y no nos ponen atención”, dijo Esperanza Rodríguez, una de las afectadas, mientras señala el muro que construyeron sus vecinos de enfrente. “Estamos cansados de luchar contra el agua y las piedras”.

En La Esmeralda aseguran que el problema de las aguas lluvias se desencadenó con la construcción de una nueva etapa de Betel, mientras que los vecinos de Betel sostienen que cuando compraron sus casas el canal no existía.

“Esto era una calle más, incluso allá, todo lo que había era tres lotes en venta”, explica Olga Fonseca al señalar el caño que tiene por vecino.

A poco de establecerse los habitantes, la constructora abrió una zanja de un metro de ancho para las aguas lluvias. Hoy, el canal tiene seis metros de ancho por cuatro de profundidad.

“Las lluvias han ido desmoronando el canal y terreno se ha socavado; tememos que nuestras casas se afecten”, dijo el vecino Florentino Cárdenas. La comunidad asegura que pese a que la alcaldía está al tanto de la situación no ha tomado cartas en el asunto.

“Ellos están esperando que una casa de acá se caiga al caño o las piedras acaben con un rancho de La Esmeralda para actuar”, dijo Lucía Ramírez,  otra afectada.

La semana pasada, los residentes de los dos barrios convivieron por una semana con malos olores. Una tubería de alcantarillado se rompió por las piedras arrastradas por el aguacero.