Unos 50 centímetros separan a Jean Carlos y Manuel del tablero de clase. No se sientan en primera fila porque tengan problemas visuales o auditivos, sino porque no hay más espacio para acomodar sus pupitres.

Los 35 alumnos de noveno grado del Colegio Rafael Uribe Uribe, en Doña Nidia, se las deben de ingeniar para acomodar sus pupitres entre mesones del laboratorio de química, bombonas de gas, y estanterías.

Desde hace tres meses, unos 175 estudiantes de noveno, décimo y once grado reciben clases por fuera de las aulas. El agrietamiento en las paredes de los salones los obligó a evacuarlos.

El laboratorio, la biblioteca y hasta el coliseo son utilizados para hacer las clases provisionalmente.

“Por lo menos los compañeros de noveno tienen tablero para que les expliquen”, dice Karina Marqués, personera estudiantil. Su curso recibe las clases en la cancha de microfútbol.

Las clases de química y matemáticas son el dolor de cabeza para los estudiantes de once grado. Los profesores no tienen donde explicarles ejercicios y fórmulas.

“Cuando otro profesor nos presta el salón debemos trastear con los pupitres para allá y vamos perdiendo tiempo de clase”, dijo Marqués. “Eso es incómodo, nos molesta y no entendemos igual las lecciones”.

Abdoro Sierra, rector, dijo que en la más reciente evaluación del desempeño académico de los estudiantes se detectaron bajas calificaciones en los cursos que estaban sin salón de clase.

“Este problema está afectando el rendimiento de los muchachos y no podemos culparlos a ellos”, dijo Sierra. “Los que están en el coliseo tienen muchas distracciones y ruidos para atender a los profesores como se debe”.

Cuando un curso sale a clase de educación física los estudiantes que están en lección de español, biología o matemáticas deben compartir el coliseo. Los balones vienen y van en medio de la clase.

“Cuando llueve, el coliseo se inunda y es imposible seguir con la actividad escolar”, dijo el profesor Arsenio Castro mientras muestra las grietas en las paredes en el primer y segundo piso. Paradójicamente, los seis salones que fueron evacuados solo tienen cinco años de haber sido construidos. El resto de las estructura, con cerca de 25 años, no presenta mayores problemas.

Hoy, desde las 6 a.m., papás, profesores, directivos, y estudiantes, se reunirán en la sede principal con el fin de conformar un comité de trabajo y gestionar ante el municipio avances en los estudios técnicos y reparaciones en los salones afectados.

Los salones se rajaron

Desde enero, antes de iniciarse el calendario escolar, los directivos del Colegio Rafael Uribe Uribe alertaron a la secretaría de Educación Municipal sobre las grietas en las aulas.

Como no recibieron una respuesta inmediata decidieron iniciar las clases por fuera de los salones, para evitar algún accidente, y trastearon sus pupitres.

Después de iniciarse las clases, la secretaría envió a una ingeniera para que hiciera la inspección técnica del lugar y se llegó a la a una conclusión preliminar. Las grietas no afectaban la estructura de los salones, ni sus bases ni columnas.

“Ese primer informe lo remitimos a la secretaría de Infraestructura para que ellos avalen la visita de un especialista y se proceda a hacer los respectivos arreglos”, dijo Luis Carlos Guzmán, secretario de Educación.