Aló! Usted está hablando con Diego Hernández, comandante de los Urabeños, que operamos en Cúcuta y todo Norte de Santander… vamos a hacer un paro armado y estamos transportando personal de Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cali… Realizaremos una reunión en Puerto Santander y si usted no puede venir, necesitamos que nos colabore con viáticos para traer a 50 muchachos…”.
 

Frío, asustado, preocupado y sin saber qué hacer quedó quien recibió esta llamada por primera vez.

“A usted ya se le hizo un seguimiento y sabemos dónde vive, qué tiene y qué hace y si se pone pesado me toca traerlo a Juan Frío y no quiero que le pase lo que le pasó a otras personas…. Si quiere trabajar en Cúcuta colabore para colaborarle o lo declaramos objetivo militar…”

Esta supuesta sentencia de muerte sumada al conocimiento de algunos datos de la persona, como la dirección de su casa, nombres de sus hijos, padres, hermanos u oficio que desempeña le pondrá aún más los pelos de punta.

“Le estoy diciendo la dirección de su casa, porque lo tengo ubicado… de no pagar aparecerá en la lista de panfletos para que lo maten…”.

Pero, qué hay detrás de todo ello. La Opinión consultó con expertos del Grupo Antisecuestro y Antiextorsión (Gaula) de la Policía Metropolitana sobre este imparable tipo de extorsiones, en su mayoría carcelarias (70%) y el resto delincuencia común, que buscan aprovecharse de los incautos para obtener dinero fácil.

La idea es sencilla: luego de intimidar a quienes llaman haciéndose pasar como integrantes de bandas criminales, en ocasiones ya extintas como los paramilitares, Águilas Negras o frentes inexistentes de la guerrilla, exigen armamento, radios de comunicación o medicinas de difícil consecución como “contribución” o a cambio la  consignación de dinero a través de un giro en casas de chance o envíos.  

El municipio de Puerto Santander y el corregimiento de Juan Frío en Villa del Rosario son mencionados por los delincuentes, aprovechando el mal recuerdo que ha dejado el paso de grupos armados por estas zonas del departamento.

“Lo que buscan quienes llaman es que la persona prefiera hacerles un giro y luego de consignar el dinero piden a sus familiares que lo reclamen en cualquier ciudad y para ello utilizan documentos extraviados…”, señaló uno de los investigadores.

En ocasiones y al verse frente a la negativa de sus millonarias pretensiones y sin más argumentos intimidatorios, los delincuentes optan por exigir a sus víctimas recargas telefónicas.

El director de la Policía, general Rodolfo Palomino, afirmó que desde los centros de reclusión del país es de donde se genera el mayor número de llamadas de extorsión a comerciantes, siendo la cárcel de Picaleña, en Tolima, la que más reporta este delito.
Acciones

Tenga en cuenta que estar prevenido contra las extorsiones le puede ayudar a controlar la situación y recolectar información útil para las autoridades. Más aún cuando estas se incrementan a final de año.  

Según el Gaula, los mismos ciudadanos se encargan de entregar información personal a terceros en encuestas callejeras, por teléfonos fijos, celulares o en redes sociales, la cual, posteriormente utilizan los delincuentes para intimidarlo. Aunque a veces se valen de números que aparecen en tarjetas de presentación personal o de propaganda de negocios.

“La información la obtienen principalmente del directorio telefónico o exigen, bajo intimidación, a otros presos datos de personas adineradas que conozcan o empresas. Ello, no exime a ninguna persona, día u hora”, indicó el investigador.

Lo más importante en este tipo de casos, es conservar la calma. Escuchar atentamente y en detalle a la persona que llama y responderle con tranquilidad.

Es primordial pedirle que se identifique ya sea con un nombre o un alias o el grupo delincuencial al que dice pertenecer (bandas criminales o guerrilla). Así mismo, conocer de cuánto es la exigencia económica y el tipo de amenaza.   

En lo posible, toda esta información debe tratar de escribirla en un papel o procurar grabar la llamada. No ser cortante con el delincuente, ni colgarle y pedirle un número para volverlo a llamar.

Determinar una edad aproximada, acento, defectos al hablar y hacerlo repetir el mensaje.

“En caso de extorsiones no se debe entrar a negociar con los delincuentes, entregarles dinero de inmediato o ponerles una cita. Lo aconsejable es concretar una nueva llamada y acudir de inmediato al Gaula para poder brindarle la asesoría a la víctima”, agrega el investigador.

La información recolectada por el afectado será valiosa para que las autoridades sepan contra quién se enfrentan.

En caso de que la extorsión sea personal, las víctimas deben seguir los mismos pasos y no sobra tener circuitos cerrados de televisión en negocios o empresas, así como un identificador de llamadas en los teléfonos fijos.

Por último, recuerde que nunca deberá pagar a los extorsionistas o seguramente lo volverán a llamar a pedirle más dinero bajo otros argumentos.

Recomendaciones del Gaula

Eduque a su familia frente a las extorsiones para no ser tomado por sorpresa.

Absténgase de revelar aspectos de su vida profesional o personal a desconocidos.

Tenga cuidado con la visita de vendedores, encuestadores o personas que simulen autoridad y que deseen obtener
información suya.

Ante una llamada extorsiva conserve la calma y escuche cuidadosamente lo que le dicen. Sea coherente.

En lo posible, intente grabar la llamada, anote los datos en un papel e identifique el número del que lo llaman.

Mantenga a la persona que llama el máximo tiempo en la línea y hágalo repetir varias veces el mensaje.

Intente detectar la edad, acento, tonalidad, defectos al hablar de quien llama o los ruidos en el ambiente.

Haga preguntas como:

¿Qué necesita?
¿Quién es usted?
¿Cuánto necesita?
¿Cómo le entregó el dinero?

Llame de inmediato a la línea 165 del Gaula de la Policía o a los teléfonos: 313-4042468, 321-3948327, 350- 5576596 ó a la línea gratuita nacional 01 8000 911129