Hace un par de días una caravana de camiones del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) se adentró en el Catatumbo con cerca de 2.000 kits de ayuda humanitaria, entre alimentos y útiles de aseo destinados a las familias que permanecían confinadas por los enfrentamientos entre el Eln y el Epl.
Aunque este tipo de acciones asistenciales no son tan frecuentes en el territorio nacional, la ocasión lo ameritó, explicó Nicolás Lenssens, jefe del Comité Internacional de la Cruz Roja para la zona nororiental.
Y es que, según Lenssens, mientras que en gran parte del país, desde el año pasado las acciones de los violentos han ido disminuyendo, en regiones como Norte de Santander, por el contrario se siguen recrudeciendo, y las consecuencias son cada vez más fuertes.
Según el último informe presentado por el CICR, de las 352 afectaciones por minas antipersonal en toda Colombia en 2019, 110 se registraron en Norte de Santander, aumentando en un 74% en relación al año anterior.
Norte de Santander no solo encabeza la lista de víctimas de minas antipersonal, también ocupa el primer lugar en el país, como el sitio donde más han atacado a las misiones médicas. De los 218 casos reportados, 39 fueron en el departamento.
Aunque el 74% de las denuncias fueron por amenazas y lesiones al personal de salud, cabe resaltar que no siempre los grupos armados ilegales fueron los culpables. El 56% de los presuntos responsables de agresiones a las misiones médicas fueron pacientes, familiares, y miembros de la misma comunidad.
El informe también encasilla al departamento en el quinto lugar frente al fenómeno del desplazamiento. De las 25.303 personas que salieron de sus territorios en 2019 huyéndole al conflicto, 1.894 residían en Norte de Santander.
El jefe del CICR para la zona nororiental destacó además que las cifras de desplazamiento no son mayores porque lastimosamente las comunidades se están acostumbrando a convivir con el conflicto.
“El año pasado no hubo tantos desplazamiento masivos porque la gente se dio cuenta que si huían, al retornar lo perdían todo, su casa, sus cultivos, sus pertenencias. Vemos que la gente prefiere aguantarse muchas cosas para mantener sus recursos”, explicó.
Lenssens indicó además que este año el CICR reforzará su presencia en la región con atención a población migrante en zonas de conflicto y capacitación a estudiantes en prevención de riesgo de minas, en aras de garantizar la protección de los derechos humanos.
“Este año la idea es poner toda nuestra fuerza hacia el Catatumbo y la zona de frontera, sin embargo, nuestra capacidad es poco y debe haber una respuesta estatal”, puntualizó.