Marly Villamizar es una joven cucuteña, víctima de desplazamiento, y técnica en confecciones del Sena que, en marzo del 2017, tuvo la idea de crear su propia empresa.
En compañía de su esposo Eduardo Mora, comenzó la búsqueda de un producto que no solo le ayudara económicamente, sino que también contribuyera con el cuidado del medio ambiente, especialmente en Cúcuta, donde se evidencian casos de contaminación.
Para iniciar el sueño de emprender, Marly tuvo que buscar recursos externos que le dieran la oportunidad de invertir en su proyecto.
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Con ayuda del Sena, y estudiando más sobre el tema, postuló la idea a Emprender, un fondo capital de semilla creado por el Gobierno para financiar proyectos empresariales provenientes de aprendices y practicantes universitarios.
Tras la larga espera, Marly y Eduardo recibieron la gran noticia de que su propuesta había sido aprobada y ahora su emprendimiento tendría la ayuda económica necesaria para empezar.
Así fue como nació Bolsai, una microempresa de bolsas reutilizables hechas de material biodegradable, amigables con el medio ambiente, útiles, efectivas y que no contaminan.
Sus características de resistencia y alargamiento son aplicables al segmento industrial y ahora se apuesta al uso con fines medioambientales.
Las bolsas están hechas de Politex, o tela quirúrgica, un textil usado para tapa bocas, productos desechables, un material que afecta en menor proporción el medio ambiente.
Es una tela con un alto grado de resistencia al agua, apta para estampación e impresión.
Cabe recordar que, según la ONG ambientalista Greenpeace Colombia, cada colombiano consume 24 kilos de plástico al año, es decir, 1’250.000 de toneladas anuales.
De este valor, al menos el 56 por ciento pertenecen a los plásticos de uso único. Por ejemplo, una bolsa tarda entre 150 y 1.000 años en descomponerse, mientras que el material politex dura aproximadamente 1 año.
Atendiendo a la iniciativa de proteger la tierra y disminuir la contaminación, Marly le puso empeño a su proyecto de bolsas ecoamigables, que pueden soportar hasta 20 kilogramos de peso.
A diferencia de las bolsas plásticas, las Bolsai pueden lavarse hasta 60 veces y, aun así, se mantienen sin daños.
A pesar del impacto que significa su innovación en países como Colombia, Marly también quiere aportar un granito de arena al generar empleo que poco a poco se ha reducido en la ciudad.
“El objetivo, más que ayudar al planeta y manejar la publicidad de las empresas, es darle trabajo a las madres cabeza de hogar”.
En Bolsai trabajan cuatro personas: Marly, su esposo Eduardo Mora, Nicol Sepúlveda y Doris Luna. La mayoría, padres y madres responsables de una familia que ven en Bolsai una oportunidad de sustento y de aprendizaje.
Marly se muestra contenta con el resultado de su arduo esfuerzo durante el tiempo que lleva produciendo su idea.
Aún recuerda la noticia de recibir “luz verde” por parte del Fondo Emprender.
“Yo estaba haciendo mis quehaceres cuando, de repente, me llamaron y me dijeron: ‘Marly, aprobaron el proyecto’. Yo no sabía si continuar con lo que estaba haciendo o parar –entre risas– Yo quedé en shock cuando recibí la noticia”.
No fue sino hasta diciembre del 2018 que produjeron sus primeras bolsas al mercado… un sueño hecho realidad.
Hoy hacen miles de bolsas ecoamigables para empresas locales y nacionales. Su meta es expandirse a tierras extranjeras, principalmente Sudamérica, sin dejar a un lado la esperanza de llegar a competir en países potencia como Estados Unidos.
Por: Rayner Lizarazo/Practicante de periodismo