A diez minutos en carro por una carretera que parece una trocha, desde la vereda El Cajón hasta el casco urbano del corregimiento Guamalito, en El Carmen, está ‘La Virgen’, que por estos días está vestida de negro, podría decirse que de luto.
No se trata de la devoción religiosa que nutre de espiritualidad, aunque sí da vida a la zona rural y urbana. ‘La Virgen’ es una quebrada que ha sufrido golpe tras golpe. El primero la noqueó el 27 de abril; la madrugada de ese jueves el Ejército de Liberación Nacional (Eln) provocó un derrame de crudo sobre sus aguas tras atentar contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas.
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Ese hecho contaminó los afluentes que alimentan el acueducto de Guamalito; desde entonces, sus habitantes llevan 4 meses recibiendo el vital líquido mediante cisternas proporcionadas por la Alcaldía, Ecopetrol y otras autoridades.
‘La Virgen’ no había podido reponerse, cuando otro ataque del Eln, a las 4:00 de la tarde del pasado lunes, la dejó en terapia intensiva. Otra vez el petróleo corrió por su cauce, esto contaminó la quebrada El Carmen y, peor aún, la mancha llegó al río Magdalena.
(La quebrada La Virgen ha sufrido graves daños en los dos recientes atentados del Eln contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas. / Foto: Mario Franco)
A pesar de las labores de limpieza, el tornasolado en algunas partes de la cañada y sus orillas negras son el reflejo del daño irreparable. Los animales que pastan alrededor de ella también son muestra de lo ocurrido: parecen untados de fango negro.
Ahora, no solo la decena de familias campesinas de El Cajón está sin agua para satisfacer sus necesidades, tampoco tienen el recurso para el riego de sus cultivos y el alimento de sus animales.
La situación más difícil se presenta en la finca que lleva el mismo nombre de la quebrada, adyacente a la fuente y al pie de la montaña. Allí viven cinco personas, crían vacas y cerdos y cultivan yuca y maíz.
“Ha sido un caos todo esto, ha sido muy difícil. Uno es gente humilde, que no tiene velas en ese entierro, y uno es el que viene sufriendo estas consecuencias”, expresó Antonio Elí Quintana, propietario de ‘La Virgen’, vivienda que queda a diez minutos de la trocha, si se ingresa a pie.
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Este humilde trabajador del campo está desilusionado de las autoridades y los entes estatales, él y su familia dicen sentirse abandonados. “Ha venido toda clase de gente a tomar evidencias y aquí no ha habido ayuda de nada, ni de Ecopetrol ni de la Alcaldía”, enfatiza.
“No topamos qué hacer”
Antonio Elí Quintana señaló que, perpetrado el primer atentado al oleoducto hace cuatro meses, les tocó buscar un mototaxi para llevar agua potable hasta su casa. Posteriormente, les surgió la idea de conectar mangueras a la quebrada, en otro sitio distinto de donde se dio el ataque.
“Echamos el agua desde otra parte, se nos fueron como 40 metros de manguera… gente colaboró pagando obreros a 40 mil pesos. Rompieron el tubo y ahora se perdió todo, el trabajo hecho, la manguera, la inversión. No nos dejaron disfrutar el agua. No topamos qué hacer”.
El agricultor recalcó que su fuente de ingresos depende de lo que hacen en la finca, debido a que no gozan de un salario fijo. “¡Vivimos solo de esto y mire lo que sucede! Esperamos que Ecopetrol nos dé una solución. Necesitamos ayuda urgente”, afirmó Quintana, quien espera un “milagrito”.
Esta familia campesina ha tenido que arriesgarse a darles a sus animales del agua que llega desde ‘La Virgen’, así su color y olor les infieran que no es apta, para evitar que mueran de sed.
Porrazo tras porrazo
(¡Vivimos solo de esto y mire lo que sucede!”, dijo apesadumbrado Antonio Elí Quintana, uno de los labriegos de Guamalito. / Foto: Mario Franco)
¿Cuál es la realidad que se vive cerca al oleoducto? “A cada rato se escucha un porrazo en ese filo”, según Antonio Quintana, sonidos de la guerra a los que se han acostumbrado los labriegos.
Esa tarde del lunes, él y sus obreros estaban sembrando maíz cuando percibieron el bombazo. “Si nos hubiéramos imaginado que era otro atentado contra el tubo hubiéramos ido rápido a desconectar la manguera que colocamos, para que no se hubiese dañado”.
La cruda realidad que se vive la vereda El Cajón es muy distinta a la de los habitantes del área urbana de Guamalito.
Allí, día por medio les suministran el recurso hídrico a través de cisternas, según Ludy Pallares, una de las vecinas, quien describió que la acción guerrillera del 27 de abril “fue terrible”.
“Nunca habíamos sufrido algo así. Gracias a Dios nos traen agua y llenamos todos los recipientes que tenemos. Al principio fue muy duro, me tocaba alzar los depósitos llenos y terminaba doliéndome todo el cuerpo. Después nos las ingeniamos y compramos una manguera, eso facilitó el trabajo”.
Pallares siente, al igual que muchos otros moradores del corregimiento, que deben llenarse de paciencia, porque creen que la solución al problema está lejos. Ahora cuidan cada gota que les llevan y aprovechan cada aguacero, pequeño o grande, para recoger agua.
El alcalde de El Carmen, Edwin Humberto Contreras, se mantiene firme desde que comenzó la crisis en que se declare la calamidad pública por parte de las autoridades nacionales, con el fin de que las soluciones al desabastecimiento de agua sean inmediatas.
De acuerdo con el mandatario, para mañana está previsto que una comitiva del gobernador William Villamizar visite el municipio para evaluar la situación.
