El Enano o Calvo es un hombre que no sobrepasa los 50 años, se mueve por Cúcuta y el Catatumbo en vehículos de gama media, vive en una casa sin lujos y tiene una finca que pasa desapercibida. Esta ha sido su estrategia para evitar llamar la atención de las autoridades y seguir con sus negocios de narcotráfico, como lo viene haciendo desde hace varios años.
Según fuentes de inteligencia, el Enano es considerado un ‘narco invisible’, pues no se da esos lujos que acostumbran los grandes capos, para evitar ser identificado rápidamente, a pesar de tener una importante red de narcotráfico trasnacional.
Aunque sus apodos son tan comunes, él no lo es. Casi no se deja ver y antes del encuentro con alguno de los clientes, su esposa es la que hace el primer contacto. “Ella maneja la línea dura y da la cara en los negocios antes que él”, sostuvo la fuente, quien por seguridad no se revela su nombre.
Pese a todas esas precauciones que este narcotraficante ha tomado durante varios años, hoy las autoridades antinarcóticos le siguen de cerca su rastro. Aunque no ha sido fácil para los investigadores, saben que él tiene nexos con el cartel de Los Boyacos, enquistado en Norte de Santander desde hace más de dos décadas.
Según la fuente, luego de la captura que se dio en marzo de 2017, en España, de dos importantes cabecillas de Los Boyacos, Julio Peñaranda Torres, alias El Loco, y Ronald Alfredo Roca, El Mono, El Enano quedó acá a cargo de todo y es quien hoy maneja una gran red de narcos internacional que lleva droga hacia Estados Unidos y Europa. (ver ‘La caída de dos grandes capos’).
Y tal vez sea por eso que las autoridades han conocido que El Enano está viajando constantemente a Panamá y España, donde tendría contacto no solo con los dos detenidos, sino con toda la estructura que Los Boyacos tienen para mover grandes cantidades de droga.
Las autoridades antidrogas aseguraron que este complejo de caletas está ubicado a 700 metros de la frontera con Venezuela.
Su accionar
Entre lo que han encontrado las autoridades está que este narco maneja laboratorios para procesar cocaína en el Catatumbo, Nariño y Cauca, por eso se mueve tranquilamente por esas regiones, pagándoles a los grupos armados ilegales para que le custodien sus infraestructuras y los cargamentos que saca hacia Venezuela o Panamá.
Según han establecido las autoridades, donde están ubicados la gran mayoría de los cristalizaderos de cocaína de esta organización en Norte de Santander, es en zona rural de Sardinata y Tibú. “Tenemos información que este narco llega a esos municipios con un bus o buseta, recoge entre 20 y 25 jóvenes para que se vayan a trabajar a sus cocinas en Nariño y Cauca, donde les paga muy bien. Él desconfía mucho de la gente de esos departamentos”, contó la fuente.
Además, las cuatro rutas que más estaría usando esta estructura son: Colombia-Panamá-islas del Caribe-España o Colombia-Venezuela-islas del Caribe-España o Colombia-Venezuela-Centro América-Estados Unidos o Colombia-Panamá-Honduras-Estados Unidos.
“Lo que se ha podido saber es que este sujeto usa lanchas rápidas por el mar Caribe y estando en altamar cargan barcos que van hacia Europa, especialmente España, o hacia Estados Unidos”, explicó la fuente.
Añadió: “él tiene diferentes centros de acopio o caletas donde almacena la droga procesada para luego llevarla hacia las lanchas o barcos. Acá en Colombia solo mueve pequeñas cantidades, entre 60, 80 o 100 kilos, para llevar la droga a los puntos de bodegaje. Eso lo transporta en vehículos pequeños o camiones, usando caletas sofisticadas en cada automotor”.
Dos golpes fuertes
Precisamente, esas indagaciones que vienen adelantando las autoridades desde hace seis meses contra El Enano, les permitieron conocer sobre el movimiento de dos cargamentos que casi alcanzan las 5 toneladas de cocaína, las cuales les fueron decomisadas.
El 28 de abril la Policía Antinarcóticos de Colombia le propinó un golpe fuerte a la organización de El Enano. Un grupo de uniformados llegó a la población de Uribía, en la Alta Guajira, muy cerca a la frontera con Venezuela, y halló un complejo de caletas donde había escondidos 2.422 kilos de cocaína, la cual fue procesada en los laboratorios del Catatumbo y llevada hasta aquel apartado lugar.
A los ‘sabuesos’ de antinarcóticos les tomó dos meses preparar esta operación que llamaron Viento del Desierto, pues sabían lo que se les podía presentar, porque este narcotraficante tiene una estructura muy grande y solida, que cuenta con sicarios. Además, tuvieron que hacer un trabajo de inteligencia muy sigiloso y cuando se enteraron que ya estaba toda la droga almacenada, la ejecutaron.
Las alianzas de El Enano
Durante tres semanas la Policía Antinarcóticos inspeccionó el área donde El Enano tenía encaletadas las 2,4 toneladas de cocaína que salieron del Catatumbo.
Durante la investigación, las autoridades colombianas conocieron que El Enano contrató una organización que se encarga de encaletar droga en la Alta Guajira, muy cerca a la frontera con Venezuela, mientras que la estructura narcotraficante organizaba el transporte para llevar el alcaloide hacia Estados Unidos o Europa.
“Esta red de caleteros es liderada por El Anciano, quien es integrante de la comunidad Wayú. La droga fue encontrada en zona rural de Uribía, donde está ubicada la ranchería Maichi Pai” señaló la fuente de inteligencia.
Los policías que participaron en la operación quedaron sorprendidos porque desde hacía más de dos años no encontraban un complejo de esa magnitud donde escondían gran cantidad de droga. Y es que, según las autoridades, en un radio de tres kilómetros hallaron 18 caletas, en gran parte de ellas estaba distribuido ese cargamento de cocaína que fue llevado desde el Catatumbo.
“En ese lugar hallamos enterrados tanques de 10 mil litros y canecas de 55 galones; además, construyeron un cuarto subterráneo de tres metros de largo, ancho y de profundidad. Sacando cálculos en esas 18 caletas se podían esconder hasta 12 toneladas de droga. Y lo mejor de todo es que ese punto está a 700 metros de la frontera con Venezuela”, manifestó la fuente.
En ese sitio la Policía Antinarcóticos también encontró motores fuera de borda para lanchas rápidas, combustible, ocho canecas de valvulina y varios campamentos que eran usados para empacar la droga en bultos, que pesaban entre 25 y 30 kilos. “Todo esto nos hace creer que ya llevaban varios meses usando esa zona para almacenar el alcaloide que esta red de narcotráfico envía al exterior”.
Se conoció que durante tres semanas un grupo de uniformados tuvo que permanecer en esa zona de la Alta Guajira desmantelando ese enorme complejo de caletas, usando herramientas y tecnología sofistica porque estaba muy bien oculto.
“Esa operación provocó que hasta nos hicieran brujería. En la noche aparecía una bruja que degollaba chivos y nos los tiraba, se escuchaba el llanto de una niña, también veíamos cuando varias personas llegaban cerca al campamento y fumaban tabaco, nos tiraban estiércol de perros, encontramos hasta muñecos de trapo con alfileres enterrados. Cuando les reclamábamos para que no hicieran eso, ellos se defendían diciendo que esa era modos y costumbres Wayú”, señaló una fuente policial que participó en dicho operativo.
Agregó: “es más, la comunidad se organizó y decidió salir de la ranchería, señalando que se le estaban vulnerando sus derechos, pero al final supimos que todo eso fue pagado por la estructura narcotraficante que era dueña del cargamento de cocaína, pues fue un golpe duro que se le dio. A pesar de eso se hizo una labor social con la comunidad Wayú”.
Quedó al descubierto
2.422 kilos de cocaína le fueron incautados a la organización de El Enano, en La Guajira. 18 caletas, donde podían esconder hasta 12 toneladas de cocaína, fueron encontradas por la Policía Antinarcóticos.
“Cabe resaltar que El Enano una vez lograba llevar hasta ese punto de La Guajira la cocaína que iba a enviar a Europa o Estados, contrataba las lanchas rápidas para trasladar los bultos con las panelas hacia Venezuela, pasando por el Lago de Maracaibo hasta llegar a la isla de Barbados, donde cargaban los barcos que iban con rumbo a España”, comentó el hombre de inteligencia.
Y precisamente por esa gran pérdida que este narco tuvo, no solo por el decomiso de droga, sino porque ya comenzó a ser visible para las autoridades, “El Enano citó a El Cucho y a otros guajiros que trabajaban para él para que le respondieran por eso. Sabemos que los trajo a una parte de la zona rural de Cúcuta, donde los tuvo amarrados y torturándolos. Lo que buscaba era que le devolvieran la plata, pero después de que la noticia se conoció, los liberó, quedando comprometidos con él”.
Otros nexos
Las autoridades también han podido establecer que El Enano tiene nexos con otra organización narcotraficante del Caribe colombiano que se hace llamar Los Warri, “que por años han formado su imperio invisible bajo la sombra de simples empresarios, por medio de alias Zorrillo, un hombre de al menos 60 años de edad, residente en Barranquilla. Con ellos se están apoderando de las rutas aéreas y marítimas para el envío de cocaína desde la Alta Guajira hacia Estados Unidos y Europa”, explicó la fuente de inteligencia.
Añadió: “y por estas alianzas, las comunidades Wayú presentes en esa zona de frontera, se han visto afectadas en su cultura y tradiciones de forma radical, debido a las intimidaciones generadas por esos capos del narcotráfico que les prometieron mejorar su calidad de vida, ofreciéndoles desde tanques para almacenar agua y plantas eléctricas, hasta remodelación para sus viviendas a cambio de permitir el uso de sus terrenos para sus actividades ilícitas”.
Pero, según un reporte policial, esas promesas se vieron incumplidas una vez los narcos se apoderaron de los terrenos donde esconden la droga. “La situación empeoró cuando el Gobierno Nacional decretó el aislamiento preventivo obligatorio por la COVID-19, pues estos bandidos seguían utilizando sus predios y la falta de víveres y agua potable en las rancherías se hizo más crítico”.
Para las autoridades también es claro que El Enano y sus socios están vinculados con el Cartel de los Soles, de Venezuela, y coordinarían con militares de eses país, para garantizar el envío marítimo de cargamentos de droga en lanchas rápidas tipo Go-fast, “también, usando aeronaves en pistas clandestinas en ambos países como plataforma de envío hacia Centroamérica y Europa”.
“El Cartel de los Soles logró ingresar a La Guajira con la ayuda de alias El Anciano, quien estaría en Maicao y desde allí ordenaría secuestros y desplazamientos forzosos en contra de las comunidades indígenas que se oponen con su actividad ilícita y reclaman sus derechos. Este sujeto sería, además, el encargado de toda la parte logística en esa parte de Colombia y reporta directamente a sus socios en España cuando la cocaína ya se encuentra en aguas internacionales”, manifestó la fuente de inteligencia.
Y para acabar con toda esa estructura que El Enano tiene Norte de Santander, Nariño, Cauca, La Guajira, Panamá, Estados Unidos y España, la Policía Antinarcóticos y la DEA hoy sigan recopilando más pruebas y testimonios que los ayuden para que las autoridades colombianas y estadounidenses logren enviarlo a prisión lo antes posible.
La caída de dos grandes capos
Luego de la captura que se dio en marzo de 2017, en España, de los cabecillas de Los Boyacos, Julio Peñaranda Torres, alias El Loco, y Ronald Alfredo Roca, El Mono, El Enano quedó acá a cargo de todo.
El 4 de marzo de 2017 en la Coruña (España) se presentó el decomiso de un alijo de dos toneladas de cocaína procedentes del Catatumbo (Norte de Santander).
Esta incautación no era como cualquier otra, se trataba de un operativo que controlaba la DEA desde Estados Unidos, pero en el que participaban autoridades de Colombia y España. Y se dio así porque iban detrás de una estructura narcotraficante que es muy conocida en Norte de Santander, Los Boyacos.
Según el portal digital La Voz de Galicia, el operativo se dio en medio de una estrategia diseñada capturar unos narcos en esta parte de Colombia.
Todo fue tan bien planeado que la DEA y la Policía Antinarcóticos transportaron el 13 de febrero de 2017 las dos toneladas del alcaloide en un avión desde Colombia hasta Tampa, en La Florida, de ahí la remesa voló en otro avión hasta Madrid, una vez en tierra el cargamento viajó en dos furgones particulares, pero que eran de la Policía, a las Rías Baixas, en Galicia, para ser entregada a dos cabecillas de Los Boyacos, sin que sospechasen nada.
Se conoció que la operación, que se bautizó Terrón Dulce, se comenzó a planear desde diciembre de 2016, cuando las autoridades antinarcóticos se enteraron de la llegada a España de los dos cabecillas de esta organización de narcos que lleva enquistada en Norte de Santander más de 20 años y que comercializaría cocaína en Europa, África, EE.UU., México y Panamá.
Se trata de Julio Peñaranda, alias El Loco, y Ronald Alfredo Roa, El Mono, quienes se trasladaron a Europa para abrir mercado y gestionar la recepción masiva de alijos por las Rías Baixas.
Durante los meses previos al envío del cargamento, las autoridades antidrogas pudieron establecer por medio de seguimientos e interceptaciones, que estos dos capos tuvieron reuniones en diferentes poblaciones de España, tales como Vigo, Pontevedra, Santiago, Vilagarcía, Cambados, Cangas o San Sebastián, en el País Vasco.
“La cafetería y los servicios de caballeros de unos grandes almacenes en Vigo, en Galicia, eran los lugares favoritos de Peñaranda para citarse”, se lee en el artículo publicado por el portal digital.
El 27 de febrero del 2017 los dos cabecillas de Los Boyacos decidieron recibir la mercancía en Vigo y Padrón (España). “Peñaranda acudió acompañado de varios socios a la cita que era en el tercer piso de un parqueadero de un centro comercial, allí estaban dos coches estacionados con parte del alijo total. Las llaves para acceder a la droga las entregó un desconocido en la cafetería. El capo y sus cómplices se desplazaron en unos carros a Pontevedra”, indicó el reportaje.
Añadió: “llegaron al estacionamiento exterior de un supermercado, donde fueron detenidos por las autoridades de Galicia. Al mismo tiempo, en el parqueadero de un hotel de Padrón, se gestaba la segunda entrega del alijo, ahí estaba Ronald Roa junto a seis acompañantes, quienes también fueron aprehendidos”.
En marzo de este año, luego de tres años de haber sido capturados, se conoció que el proceso penal contra El Loco y El Mono fue enviado a la Audiencia Nacional, en Madrid, para que siga con el juicio, mientras que los narcos siguen con detención domiciliaria.
Golpe en España
Mientras que en la Alta Guajira la Policía Antinarcóticos de Colombia avanzaba con el hallazgo de las caletas con droga, el 4 de mayo en el océano Atlántico, muy cerca a un puerto marítimo de España, la estructura de El Enano recibía otro golpe fuerte.
Medios de comunicación europeos señalaron que unidades de las policías de Colombia y Portugal, la DEA, la agencia nacional contra el crimen británica (NCA) y las autoridades españolas una vez conocieron del movimiento de 2,4 toneladas de cocaína a bordo de un barco pesquero que salió de Venezuela, salieron en su búsqueda.
Después de verificar en los radares y demás sistemas con los que cuentan las autoridades europeas, lograron ubicar la embarcación, interceptándola en altamar y de inmediato la trasladaron a la Base Naval en Las Palmas de Gran Canaria, en el archipiélago español de las islas Canarias.
Quienes participaron del operativo no podían creer que la red de narcotraficantes hubiesen enviado dicho cargamento en un viejo y oxidado barco pesquero con matricula y bandera de Venezuela en medio de la pandemia. Al revisar detenidamente la embarcación, hallaron 80 bultos llenos de panelas de cocaína. Siete personas que iban a bordo fueron capturadas y quedaron a disposición de las autoridades españolas.
En este viejo y oxidado pesquero, las autoridades colombianas, estadounidenses y españolas encontraron escondidas 2,4 toneladas de cocaína, el pasado 4 de mayo.