Yo le decía a mis captores que me había caído el coronavirus adelantado, porque el secuestro no se lo deseo a nadie. Es una desgracia, la más vil que puede haber sobre la tierra”, así relató José Iván Cetina Calderón su paso por el secuestro y que terminó la madrugada del pasado viernes.

Cetina Calderón, de 68 años, fue secuestrado el 24 de febrero a las 3:00 de la tarde, en el momento que verificaba, junto con sus empleados, la instalación de una cerca en su finca ganadera, en la vereda Los Cámbulos del corregimiento Agua Clara, zona rural de Cúcuta.

Ayer, en su casa campestre en Villa del Rosario, rodeado de su familia y amigos seguía la celebración que se extendió desde la noche del viernes y ayer se preparaba un buen asado para el recuentro con los suyos.

Disfrutando de su libertad, vestido con una bermuda beige, camiseta blanca y descalzo, además de una barba poblada (que pulió sin tener a la mano nunca un espejo), habló en exclusiva con La Opinión sobre aquellos días de retención, por parte de guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (Eln) que se lo llevaron tras argumentarle que él era un objetivo económico “para financiar la guerra”.

Inicialmente se conoció que la víctima habría pagado una millonaria exigencia económica por su libertad. Sin embargo, Cetina Calderón afirmó que no pagó un solo centavo y de un día para otro le informaron que regresaría a la libertad.

Este hombre cree que su regreso a casa se habría dado por su insistencia en alertar a sus captores sobre su real estado de salud, puesto que reportaba altos niveles de azúcar y tensión alta.

“No pagué por la liberación, porque inicialmente pidieron una suma muy alta y al final no llegamos a ningún acuerdo. Después, los seguí “martillando” sobre el tema (salud) a mis captores para que hablaran con sus superiores y les advertí que en cualquier momento me iba a dar un infarto y me iba a morir. Les rogué que humanitariamente yo no estaba apto para estar en ese encierro”, señaló el liberado.

Así las cosas –cree- que sumado a su mal estado de salud o el temor de un posible rescate armado resolvieron dejarlo libre. “Siempre me tuvieron en territorio venezolano”. El jueves a las 10:00 de la noche sus captores le dieron la noticia que en la madrugada del siguiente día lo dejarían libre y así fue.

Hacia las 4:00 de la madrugada del viernes y cuando empezaba a aclarar el día fue abandonado en una carretera. Le ordenaron que mirara hacia el frente y avanzara. Cetina no recuerda con precisión si camino 2 o 3 horas, hasta que un motociclista se detuvo y ofreció llevarlo hasta el sector El Infierno, donde pudo conseguir un celular y llamar a un sobrino para que lo recogiera en un sector llamado el 57.

“Siempre estuve en Venezuela y me dejaron libre en Venezuela”, reiteró.  

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El trato 

Cetina contó que aquella tarde del secuestro, seis sujetos en tres motos lo abordaron y se lo llevaron, ante la impotencia de sus trabajadores.

Primero, inició un recorrido en moto y luego a pie hasta cruzar el río Zulia.

Del otro lado, en territorio venezolano, estaban otras motocicletas y finalmente fue llevado a su lugar de cautiverio, donde lo esperaba como cama, una hamaca con toldillo, donde permaneció todo el tiempo.

“El segundo o tercer día del secuestro me encontré con la persona que quería hablar conmigo (comandante del Eln). Me dijo que yo era objetivo económico para financiar la guerra. Luego, me pidieron un número de teléfono para mandar un mensaje de supervivencia y así se hizo”, recordó.

Pasados los días, -expresósiempre se portó de la mejor manera y mantuvo el control de la situación para evitar malos tratos por parte de los cinco jóvenes captores, quienes fumaban tabaco y siempre fueron los mismos cuidándolo en un cambuche entre el monte.

Según se conoció, el día del plagio los sujetos estaban armados con pistolas, pero una vez llegaron al país vecino dejaron ver fusiles y ametralladoras M60. Portaban uniformes del Ejército de Venezuela y armas que decían pertenecer al Ejército colombiano.

“Donde me tenían no había población cercana, pero en la madrugada se escuchaban vacas y becerros. Yo estaba en el estado Zulia, porque el ganado estaba marcado con el número 20 que le corresponde a ese territorio”, agregó.

Para soportar la mala alimentación y los momentos de silencio y angustia le pidió un radio a los guerrilleros. En el pequeño aparato escuchaba la música y las noticias sobre el problema del coronavirus.

¿Qué viene ahora?

Para José Iván Cetina Calderón lo que viene ahora es seguir trabajando, con acompañamiento de las autoridades, e hizo un llamado al estado colombiano por “tener abandonados a los empresarios del campo”.

En la mañana de ayer, le fueron entregados los resultados de los chequeos médicos, vía celular, que dieron resultados favorables y los celebró en familia.

A los captores, quienes ninguno pasaba los 30 años, les aconsejó que estaban en un camino equivocado de sufrimiento y de guerra y que en cualquier momento podían caer presos, muertos o mutilados.

“Les quiero decir que están en una guerra equivocada. Siendo tan jóvenes quiero decirles que piensen bien que la libertad es lo más bonito que puede haber”, finalizó.