La frontera entre Norte de Santander (Colombia) y los estados Táchira y Zulia (Venezuela) es muy dinámica, no solo por el movimiento de mercancía y de personas por los pasos legalmente establecidos, que hoy permanecen cerrados, sino por los negocios ilícitos que se mueven por las trocha, generando una disputa entre los grupos armados ilegales por controlar los más de 380 kilómetros de línea limítrofe para obtener ganancias que son incalculables.
Como lo admiten las mismas autoridades, por esa extensa línea fronteriza, que tiene más de 250 trochas, se mueve toda clase de mercancía, bien sea cocaína, marihuana, base de coca, arsenal de guerra, ganado, carne, elementos de aseo, bombonas de gas, carros, motocicletas o combustibles, entre otra veintena de productos que se pueden comercializar de uno u otro lado y que dejan jugosas ganancias.
Detrás de este negocio del contrabando no solo están los grupos armados ilegales, sino también grandes mafias, de acuerdo a la información que maneja inteligencia policial.
Entre los cálculos que tienen estos organismos de seguridad figura que cada organización que participa en este negocio del contrabando se puede ganar más de 10 mil millones de pesos al mes.
“Aunque el narcotráfico y la comercialización de material de guerra deja muchas más ganancias, y se mueve por esas mismas trochas de la frontera, hay bandas que prefieren dedicarse al contrabando porque se arriesgan menos y saben que el dinero es mucho más seguro”, indicó un experto investigador judicial.
Lo que nunca contemplaron las autoridades de Norte de Santander es que la realidad del contrabando de gasolina -que siempre se dio de Venezuela hacia Colombia- iba a cambiar, siendo ahora de Colombia hacia Venezuela, como sucede en la actualidad con la gasolina nacional, que se volvió un producto apetecido en la nación con una de las mayores reservas petroleras del mundo.
Para los que se mueven en este negocio, el contrabando se permite mientras haya con qué pagarle a la cadena de autoridades. “De este lado, las autoridades no hacen nada y al pasar la frontera solo se debe contar con sencillo para darle a la Guardia (Nacional Bolivariana), Ejército, Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), Policía, o cualquier otra autoridad”, sostuvo anónimamente un contrabandista.
Esto parecería irreal, pues un galón de gasolina en Venezuela cuesta $2.905, mientras que en Norte de Santander ese mismo galón vale $6.439. Pero al otro lado de la frontera hay una crisis y, a pesar de contar con esas grandes reservas de petróleo, las refinerías de PDVSA no funcionan, teniendo que comprar el combustible a otros países como Irán. Además, deben restringir su venta en las estaciones de servicio, aplicando un ‘pico y placa’.
Eso ayudó a que la gasolina legal que llega a Norte de Santander con precio preferencial, esté terminando en Venezuela, generando una ganancia inmediata, pues una pimpina en esta parte de la frontera cuesta $32.195, pero al otro lado pagan hasta en $100.000.
La gasolina colombiana no es lo único que contrabandean hacia Venezuela. Por los corregimientos Aguaclara y San Faustino, zona rural de Cúcuta; Juan Frío, en Villa del Rosario; Puerto Santander, Tibú, Ragonvalia o Herrán se ven apilados bultos de papel higiénico, productos de aseo personal y para la casa, cajas de cerveza y hasta repuestos para cualquier tipo de vehículo, entre otras mercancías.
Por eso hoy es común ver en los estantes de muchos establecimientos del lado venezolano esos productos colombianos que no se consiguen en ese país, por la crisis económica, y que son una necesidad básica para las miles de familias de esa parte de la frontera.
“Ese negocio ha llegado a tal punto que para ir a comprar alguno de esos productos en una tienda o supermercado, allá mismo en Venezuela, le cobran a uno en pesos o dólares. La moneda venezolana ya no tiene un valor real”, contó uno de los miles de venezolanos que cruzan a diario la frontera, por los pasos informales que conducen a Cúcuta, para hacer mercado.
Pese a todo esto, el contrabando hacia Colombia se sigue dando, pero con mercancías muy específicas. “De Venezuela traen ganado, carne, pollos, gallinas, quesos, acpm, carros, motos, chatarra, bronce y materiales de construcción, entre otras cosas”, manifestó una fuente policial.
El ‘carrusel’ del combustible
En todo este andamiaje del contrabando del combustible se está dando un ‘carrusel’: de Venezuela traen acpm y de Colombia llevan gasolina. Para hacer este movimiento de combustibles, las motos a las que llaman ‘Transformers’, son adecuadas con una estructura metálica en la parte trasera para cargar hasta 10 pimpinas.
Mientras que a los carros, camionetas y camiones les arreglan las suspensiones, amortiguadores y hasta los tanques, para transportar recipientes de plástico que aguantan hasta 1.000 galones (conocidos como ‘dados’), canecas o vikingos, hechos con enormes plásticos.
Ese flujo de contrabando se da las 24 horas del día por caminos que son abiertos y mantenidos por los grupos armados ilegales para cobrar las ‘vacunas’. “Los contrabandistas parecen como hormigas moviéndose por la frontera. “Ellos no paran, aprovechan cualquier trocha para traer o llevar el combustible, pagando ‘vacunas’ que van desde los $2.000 por pimpina o $500 mil por camión”, explicó la fuente extraoficial.
Una de las vías por donde se da ese vaivén de contrabandistas, en zonas donde hay presencia de la Policía y el Ejército, es la de Puerto Santander-Cúcuta o Puerto Santander-Tibú, como lo pudo registrar este medio. Las motocicletas ‘Transformers’ suben o bajan cargadas con hasta 10 pimpinas, de seis galones cada una, al igual que carros de varios ejes.
“Ese movimiento es tan bueno, que hace unos días, por la noche, en Puerto Santander vieron un carro cisterna lleno de gasolina colombiana que se metió al río y siguió hacia Boca de Grita, en Venezuela. Eso por acá es normal y todas las autoridades, tanto de allá como de acá, al igual que la guerrilla y Los Rastrojos, ‘comen’ de eso”, contó un habitante de ese municipio del área metropolitana de Cúcuta.
Pero esto no solo se da por Puerto Santander. La Opinión conoció que por poblaciones que están muy cerca a Venezuela, como Herrán, Ragonvalia, Villa del Rosario, Cúcuta y Tibú también se presenta ese contrabando.
¿Cómo lo hacen sin ningún problema?
En medio de este millonario negocio de combustible, que lleva más de tres décadas siendo manejado a gran escala por las mafias y los grupos ilegales, se encuentran cientos de familias humildes que por años se han dedicado a la venta de gasolina y acpm en pimpinas o galones.
Pero hasta hace menos de dos años, en el lado colombiano, estas personas vendían solo combustible que era traído ilegalmente desde Venezuela, por la amplia diferencia de precios. A pesar de que la actividad es ilegal y con penas que pueden conducir a la cárcel, la práctica era recurrente y cada vez que las autoridades intentaban alguna acción se registraban desmanes.
Hoy todo cambió. Ahora en estos puntos comercializan en recipientes de 1, 3 o 5 galones, gasolina colombiana y acpm venezolano, así como lo pudo verificar este medio en un extenso recorrido por varias vías del área metropolitana de Cúcuta.
Este negocio es tan rentable que esos puntos informales de venta de gasolina colombiana también están esparcidos por diferentes sectores en los estados Táchira y Zulia, dejando cuantiosas ganancias como igualmente lo constató este medio de comunicación.
Aunque este negocio ilegal está a la vista de todo el mundo, tratar de conocer sobre él es una tarea complicada pues quienes están allí prefieren guardar silencio. Sin embargo, un equipo periodístico de La Opinión accedió a información detallada para saber cómo funciona ese ‘carrusel’ del combustible en la frontera, de boca de unos de esos vendedores.
“Acá usted consigue acpm que traen de Venezuela, lo tenemos un poco más caro, pero es del mejor, y también hay gasolina colombiana, porque allá ya no se consigue nada. Aunque la vendemos algo costosa, el negocio es llevarla para el otro lado de la frontera porque pagan hasta 100 mil pesos por una pimpina, por eso es que usted ve esas caravanas de motos, carros, camionetas y camiones pasando por las trochas”, narró un vendedor informal.
Otro pimpinero que está por la vía Puerto Santander-Cúcuta aseguró lo mismo. “Uno de los puntos donde más se puede ver como es ese descargue y cargue es en Pedregales (El Zulia), allá llegan todos a comprar y vender, esa sí es una venta dura, acá somos minoristas”.
Un galón de gasolina colombiana en Norte de Santander vale en una estación de servicio $6.439, mientras que en una de estas ventas informales, que hay en la carretera Puerto Santander-Cúcuta, puede llegar a costar hasta $13 mil. “Es cara porque todos comen. El de la bomba, la Policía, el Ejército, quienes la transportan y nosotros. Acá la recibimos a 10 mil pesos y le subimos 2 mil o 3 mil pesitos, no más”.
Esto ayudaría a entender por qué desde hace un tiempo, después del día 15 de cada mes, a pesar de recibir cerca de 11 millones de galones de gasolina subsidiada, se forman esas interminables filas de vehículos en las estaciones de servicio de Cúcuta y el área metropolitana. “Lo rentable es que en esta zona fronteriza el combustible tiene un subsidio, entonces sale súper bueno comprar y llevar para Venezuela, que como no hay, se puede cobrar caro”, indicó uno de esos contrabandistas.
Este lucrativo negocio se mueve frente a las autoridades, pues en el recorrido por la vía que lleva a Puerto Santander se observan patrullas de la Policía estacionadas a un costado de la carretera, un puesto de control frente a la estación de Aguaclara y el retén militar que hay en la entrada a la población fronteriza.
De las estaciones a los contrabandistas
Todos esos miles de galones de gasolina colombiana que van a parar a Venezuela, salen del cupo de combustible que reciben las 45 estaciones de servicio (EDS) que hay en Cúcuta, Los Patios, Villa del Rosario, El Zulia y San Cayetano.
Aunque en todas esas EDS tienen cámaras de seguridad, vigilancia privada y de Policía, en algunos casos, la compra de gasolina colombiana es muy fácil, pues no hay ningún tipo de restricción para tanquear a cualquier tipo de vehículo.
Un empleado de una EDS aseguró que los carros, motocicletas y camiones pueden ir cuando quieran a tanquear. “Nosotros no podemos negarnos a vender combustible, acá pueden venir cada vez que quieran durante el día, solo se nos han dicho que para llenar algún tipo de recipiente, bien sea ‘dados’, pimpinas o canecas, se debe exigir que sea para alguna empresa y para ello deben traer registro mercantil o los documentos que acrediten que verdaderamente existe esa empresa”.
Sin embargo, y al parecer, el surtir a los automotores que llevan la gasolina a Venezuela se habría convertido en un ‘negocio’ rentable en algunas de las estaciones. De acuerdo con el testimonio de un contrabandista, para llenar las canecas o los enormes recipientes que cargan en camiones o camionetas de estaca “es muy sencillo, solo hay que pagar”.
“El negocio es el siguiente: hay estaciones donde llegan estos vehículos y como ya conocen a los bomberos, les pagan 50 mil pesos por tanqueada. Aunque hay cámaras, eso no importa. Los vehículos, casi siempre, llegan en las noches porque en el día hay mucho ‘visaje’ (personas observando). Pero si son esos carros que les arreglaron los tanques es mucho más fácil, también pagan y no tienen ningún problema. En este negocio todos ganamos”, explicó el traficante.
En una de las imágenes que se logró durante esta investigación, en una EDS quedó registrado el momento en que estaban llenando de combustible una volqueta en el lugar que, aparentemente, estaba cerrado.
Pero lo más extraño es que la manguera del surtidor estaba metida en el volcó (parte trasera) de la volqueta. Quien tomó la fotografía sostuvo que, “lo que vimos fue que en la estación apagaron las luces y al rato llegó ese vehículo y comenzaron a llenar eso que llaman vikingos. Lo peor de todo es que se llamó a la Policía y cuando llegó el cuadrante no hizo nada, habló con quienes estaban ahí y se fueron como si nada”.
Y esto ha ayudado a que el Gobierno Nacional se rehúse a ampliar el cupo de gasolina con precio preferencial para esta parte del país, que está en 10 millones 883.342 de galones, de los cuales, 7 millones 430.177 de galones se quedan para surtir las 45 estaciones de servicio que hay en Cúcuta y el área metropolitana. Ya hay varias autoridades asegurando que de aumentarse el cupo, se dispararía aún más el contrabando de aquí hacia Venezuela, aguzando aún más los problemas fronterizos.
Seguimiento minucioso a las EDS
Pese a las supuestas anomalías que se estarían dando en torno a la comercialización de gasolina colombiana hacia los estados venezolanos, la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) realiza un seguimiento sigiloso diario a las 45 estaciones de servicio que hay en la capital de Norte de Santander y sus alrededores.
El coronel José Luis Palomino, comandante de la Mecuc, ordenó que desde enero de este año se instalara un Puesto de Mando Unificado (PMU) para hacerle seguimiento a esa venta de combustible y cada 12 horas tiene un resumen de cómo está el flujo de venta.
Además, la Policía cuenta con datos precisos de cuánto combustible recibe cada EDS en el mes, como se puede observar en la gráficas.
El alto mando puede saber cuánto vende cada estación y si le sobra o no gasolina o acpm exenta de impuestos.
La Opinión intentó hablar con la Policía Fiscal Aduanera (Polfa) sobre esta situación, pero fue imposible. El comandante de esta unidad, coronel Harvey Geovanni Sánchez Auesta, señaló que se encontraba en reuniones y que no podía hablar al respecto porque esperaban decisiones por parte del Gobierno Nacional.
Ante la escasez, la venta de gasolina colombiana se dispara en Venezuela
Los estados Táchira y Zulia han sido los más afectados por la escasez y las medidas restrictivas que el gobierno venezolano ha adoptado en relación con la gasolina de ese país y es por eso que hoy el contrabando del combustible colombiano hacia esas zonas es tan llamativo.
Israel Molina es uno de los miles de afectados por esa situación, por eso aunque tiene un Jeep al que cuida “como a un hijo”, le toca caminar todos los días 10 kilómetros de ida y vuelta para ir a su trabajo.
“El carro tiene más de dos meses parado en la casa, ya no puedo ni prenderlo, porque se quedó ‘seco’ (sin gasolina) y esto quién sabe hasta cuándo será”, se lamenta este hombre, mientras reduce el paso para contar su historia, que es la misma de muchos tachirenses en este tiempo de pandemia.
Las estaciones de servicio en Táchira que ofrecían combustible subsidiado, y las que lo vendían a precios internacionales, se vieron obligadas a suspender el despacho por disposición de la llamada Mesa de Combustible, que desde el pasado 20 de Julio frenó “hasta nuevo aviso” la venta de gasolina y gasoil (acpm) a particulares en toda la entidad. Sólo podían abastecer a los vehículos autorizados pertenecientes a sectores priorizados.
Pero 11 semanas después de adoptar esa medida extrema, la situación dio un vuelco total, pues las bombas de combustible retomaron el servicio de abastecimiento a vehículos particulares, siempre regulados por el terminal del Tag (chip que se instala en el parabrisas de los vehículos) impuesto para el suministro en la entidad desde hace ya varios años.
Los precios se mantuvieron ajustados a lo anunciado por el gobierno venezolano en mayo pasado, 5.000 bolívares por litro en las estaciones subsidiadas (760 pesos) y $1.900 por litro en las bombas con precios internacionales.
Esas regulaciones y la escasez han incrementado la venta ilegal de combustible, abriendo un nicho al mercado de la gasolina que ingresa de contrabando por las trochas de la frontera. En San Cristóbal, “hay casas que parecen estaciones de servicio, porque allí uno surte toda la gasolina que pueda pagar”, dijo uno de los clientes de este tipo de locales.
El precio es de 4 mil pesos por litro, por lo que la pimpina de 20 litros cuesta mínimo $80 mil y se pagan $160 mil por un tanqueo de 40 litros.
Una fuente de ingresos
Jesús Mendoza, estudiante universitaria, encontró en la reventa de combustible una fuente más o menos estable de ingresos y señala que también hay quien surte bajo la modalidad de ‘delivery’ (domicilio). “En esos casos, el costo se incrementa entre 5 y 10 mil pesos por pimpina, según la distancia a recorrer para la entrega”.
Mientras tanto, en San Antonio y Ureña, que se encuentran más cerca de Cúcuta y Villa del Rosario, el costo es un poco más bajo y la oferta se hace más visible. Allí, es común ver en las aceras botellas de gaseosas de 2 litros llena de gasolina para venderle a los motorizados, o en los tradicionales recipientes de plástico de 1 ó 5 galones. Según los controles el precio del combustible sube o baja.
Medidas en el Zulia disparan el contrabando
El pasado 14 de septiembre, Omar Prieto, gobernador del estado Zulia, anunció su autorización para que los dueños o encargados de las estaciones de servicio “premium” puedan importar gasolina y vender el galón por encima de los 50 centavos de dólar ($1.900), establecidos por Pdvsa desde el 1 de junio.
La medida, aunque orientada a la importación formal, disparó el contrabando del combustible colombiano en la entidad. El precio, de acuerdo con el gobernador, puede variar según el tipo de combustible, desde 0,70 ó 0,75 centavos de dólar ($2.660 ó $2.850) por litro, aunque advirtió que “siempre debe estar por debajo de un dólar”.
Rafael Bracho, coordinador de FundaRedes en el estado Zulia, precisó que a pesar del decreto gubernamental, las estaciones de servicio no han podido ofrecer combustible importado. “Lo que si se está viendo es gran cantidad de gasolina colombiana que ofrecen particulares en las calles y aceras de las principales vías de Maracaibo y otras poblaciones vecinas”, dice.
“La gasolina entra desde Colombia por las trochas, en grandes camiones cargados de gran cantidad de bidones de hasta 200 litros”, explica Bracho.
Terpel y sus medidas para evitar el contrabando
La Opinión consultó a la distribuidora Terpel sobre el contrabando que se está registrando en Cúcuta y el área metropolitana y, sobre el particular, indicó que rechaza esta práctica ilegal que “pone en peligro la vida de personas dados los riesgos operacionales que implica y los accidentes que puede generar por la manipulación inadecuada del producto”.
Agregó que “además del impacto fiscal, el contrabando perjudica al consumidor, al segmento y la actividad formal de la distribución de los combustibles en la región”.
Para Terpel este fenómeno presenta impactos de distinta índole, tales como sociales que “van relacionados con la inseguridad, la presencia de grupos delictivos que controlan el proceso de ingreso, transporte y venta de gasolina y que permiten la proliferación de expendios ilegales y prácticas de trabajo infantil”.
Ante eso, la empresa aseguró que son insistentes en el cumplimiento de la regulación, no solo al interior de Terpel, sino por parte de los distribuidores minoristas vinculados a la marca.
Y precisamente para evitar que se lleven la gasolina colombiana para Venezuela, esta empresa aseguró que mantiene contacto constante con la Policía Fiscal y Aduanera para conocer acciones de control y prevención para brindarle toda la información que soliciten.
La empresa, a través de un comunicado, afirmó que la EDS de su marca que sea sorprendida participando en esta cadena criminal podría enfrentarse a acciones legales por un incumplimiento contractual. Aunque recordó que el transporte desde la planta de abastecimiento hasta las estaciones afiliadas es asumido por el distribuidor minorista, quien a través de su propio carrotanque o contratado a un tercero, retira el producto suministrado por el distribuidor mayorista.