Martha Puentes llegó el martes a las 6 de la mañana al puente internacional Simón Bolívar acompañada de sus papás con la intención de regresar a Venezuela, pero se encontró con la sorpresa de que no podía pasar porque el presidente Nicolás Maduro había ordenado el cierre de la frontera con Colombia durante 72 horas.
Esto como una medida preventiva del presidente venezolano, que también ordenó sacar de circulación el billete de 100 bolívares asegurando que en Cúcuta hay una mafia encargada de manipular la economía de su país.
"Yo soy venezolana y necesito pasar con mis papás, vinimos a Colombia hace dos meses porque mi papá es sordo, casi no ve, está muy enfermo y necesitaba hacerse unos exámenes en Bogotá. Ahora que regresamos nos encontramos con que no podemos pasar", dijo Puentes.
Como ella, aproximadamente 300 personas esperaban que la Guardia de Venezuela les permitiera regresar a su país. Permanecían inmóviles a la espera de "la orden desde Caracas", pues esa era la única esperanza que les daban los uniformados.
Mientras las horas pasaban el sol se hacía más inclemente en el puente internacional Simón Bolívar, sin embargo, los ciudadanos llenos de paciencia y dispuestos a todo aguardaban la reapertura parcial de este paso fronterizo.
"No importa si nos hacen dejar las maletas, los bolívares, el mercado, si nos quieren desnudar para requisarnos, solo queremos pisar el suelo de nuestro país, queremos regresar a nuestra casa", hablaban entre ellos.
Al ritmo del clima, los ánimos se calentaron entre las personas agolpadas en el puente que comunica a Villa del Rosario con San Antonio del Táchira, al punto de incitarse a cruzar a la fuerza.
Mientras unos gritaban: "juntos podemos, no nos van a atacar si pasamos al tiempo", otros invitaban a la calma por miedo a que se desvaneciera esa pequeña esperanza que les daban los guardias.
En ese instante, en el despacho de la Alcaldía de Cúcuta, César Rojas le exigía al Gobierno Nacional que tomara acciones directas frente a las medidas y acusaciones del mandatario Maduro.
“El informe de Asocambios es que no hay bolívares en la ciudad, no somos lavadores de divisas como lo plantea el gobierno venezolano. Vamos a redactar un documento para hacerlo llegar al Gobierno Nacional exhortándolo a que tome medidas contundentes en favor de Cúcuta y Norte de Santander”, dijo el alcalde indignado.
Por fin hubo paso
Pasadas las 10:00 de la mañana la espera tuvo resultado, "solo pasarán quiénes tengan cédula venezolana y no lleven billetes de 100 bolívares", anunció un guardia a las cientos de personas.
Todos se desesperaron por cruzar porque temían que ese momento de felicidad fuera efímero. Algunos colombianos hicieron el intento, pero perdieron el impulso. Aunque insistieron en que tenían sus familias y casas del otro lado, los guardias no cedieron a sus peticiones y les tocó regresarse.
La impotencia en sus rostros era notoria e incluso algunos se atrevieron a decir que "en esta frontera mandan los venezolanos", argumentando que en esta área limítrofe las autoridades de los dos países no se dividen el poder.
"Señor, ¿también van a permitir el paso hacia Colombia?", le preguntó un ciudadano a un policía colombiano. "Todo depende de lo que digan ellos (la Guardia de Venezuela)", contestó el uniformado. Respuesta que indignó más a quienes estaban alrededor.
Cerca del medio día, las autoridades del país vecino se acercaron a la línea fronteriza con un grupo de colombianos que dejaron pasar, solo por ser pacientes que requieren diálisis o quimioterapias.
Nadie sabía hasta qué hora se iba a permitir el paso, y era lo que menos importaba pues su afán era aprovechar la oportunidad para regresar a su hogar. Un espacio entre las vallas bastaba para que los venezolanos regresaran en pequeños grupos.