Entre pitos de carros y motos fue recibido en la tarde del miércoles, en San Antonio del Táchira, el cadáver de Leider Dirinoth García Rangel, el expolicía opositor que se enfrentó a los colectivos chavistas para tratar de ingresar la ayuda a Venezuela, el sábado 23 de febrero.
Leider, de 30 años y padre de un niño de 3, recibió un disparó a la altura del tórax. Después de 16 días, en la madrugada del 11 de marzo murió en la Clínica Santa Ana de Cúcuta.
La historia
Para el viernes 22 de febrero, Leider estaba en La Parada, donde vivía con su mujer y su hijo.
En horas de la tarde decidió pasar a San Antonio para llevarle mercado a su mamá y cuando quiso retornar al otro día, la frontera estaba cerrada y no pudo hacerlo; entonces, en un sentimiento de rebeldía contra el gobierno al que le sirvió como miembro de la Policía del Táchira (PoliTáchira) hasta hacía dos años, se concentró junto a otros jóvenes en el barrio Ruiz Pineda de San Antonio, en inmediaciones del Cementerio Central y, aglomerados, dejaron salir todo su inconformismo.
“Él había pedido la baja en la Policía pero no se la dieron; desde hace como cinco años no le dan la baja a nadie, por eso se retiró; él estaba en desacuerdo con muchas cosas que ocurrían y también por el bienestar de su hijo. Se vino a trabajar acá en Colombia como instructor de gimnasio”, contó la compañera sentimental de García Rangel.
Leider Dirinoth García Rangel.
Y añadió: “ese día cuando me dijo que no había podido pasar le dije ‘véngase antes de que se arme el mierdero, véngase’, pero no, se fue a la protesta”.
A las 12:30 del mediodía de ese sábado, se armó una balacera. Según testigos, varios integrantes de los colectivos chavistas y de otro grupo de hombres armados, señalados de ser presos sueltos por Nicolás Maduro atacaron a quienes se defendía con piedras.
En medio del tiroteo, un perdigón que le dispararon dejó en el suelo a Leider, y cuando intentó pararse, una bala le atravesó el tórax y ya no pudo levantarse. “Lo revisaron y respiraba. Entonces, entre dos lo montaron en una moto para llevarlo al hospital de San Antonio”, contaron los testigos.
“En ese hospital lo que hicieron fue reanimarlo y ponerle un tubo al tórax, allá no duró nada porque lo trasladaron a San Cristóbal. Estuvo todo el tiempo con fiebre y no le paraban bolas, solo le daban calmantes y le ponían pañitos húmedos en la frente. Él estuvo consciente un tiempo y alcanzó a decirnos de lo que se acordaba; aseguró que no supo si fueron los colectivos o los presos los que lo hirieron”, relató la mujer.
“Su papá es colombiano y por eso él también tiene la nacionalidad colombiana y su seguro de Comparta. Firmamos la salida voluntaria y junto a la familia y una enfermera emprendimos la travesía para buscar una mejor atención medica”, dijo la familiar.
Leider García ingresó a la Clínica Santa Ana, en Cúcuta, el 6 de marzo, luego de ser pasado en una camilla por el río Táchira.
El estado de salud de Leider era crítico: la bala había perforado un pulmón, le rozó su médula y tenía una infección que estaba afectando su riñón. “Él ya venía mal. Los médicos colombianos hicieron todo lo posible pero no resistió y de vivir no habría podido caminar, fue lo que nos dijeron”, contó la compañera de Leider.
La familia del agente reclamó el cadáver en Medicina Legal de Cúcuta, lo llevó hasta el barrio Alfonso López de La Parada, donde fue velado por unos minutos en la casa de la familia colombiana con la que vivía.
En un vehículo familiar escribieron “Leider, eres una víctima más de la dictadura de Maduro”.
Luego, hacia las 5:30 de la tarde, tras conversaciones con miembros de la Guardia Nacional Bolivariana, evitaron el paso del féretro por el río Táchira y lograron ingresarlo a Venezuela por el puente Simón Bolívar.
Este jueves, a las 3:00 de la tarde, a Leider García Rangel le dieron cristiana sepultura con el trago amargo de tener que seguir viviendo en un país donde las garantías para protestar no están dadas.
“Juan Guaidó y su cúpula son pura farándula. Acá lo que hay es una podredumbre que no puede ni con su propia basura”, dijo un familiar visiblemente afectado.