Mientras la mayoría de las niñas sacan las muñecas para jugar con sus amigas, Isabel Sofía Picón Mora está enamorada de un acordeón, al que llena de caricias para arrancar de sus teclas melodías que llegan a lo más profundo del alma.
La han bautizado como la niña de los dedos de oro o la reina Isabel del acordeón, por las melodías que brotan de sus manos y la muestran como una promisoria artista, la misma que apenas cursa quinto grado de primaria en la institución educativa La Presentación de Ocaña.
“Me aplauden mucho y me dicen que siga adelante como ejemplo para la juventud”, exclama la menor que fue escogida como la personera estudiantil.
Muchos se muestran incrédulos cuando observan en la tarima de Francisco el Hombre, una diminuta figura que se esfuerza por mantener colgado en su pecho un instrumento de esa naturaleza, pero el concepto cambia cuando suenan las melodías que evocan los dedos de oro de Isabel, con una destreza imparable.
“Ella arriba al escenario y sufre una transformación única, pareciera que no fuera mi hija y a todos nos anima para disfrutar de una buena parranda”, indica su padre Luis Picón, quien la acompaña en los eventos.
Con 10 años de edad, enaltece su mirada más allá de lo que su estatura le permite y sueña con la corona del Festival de la Leyenda Vallenata.
El año pasado sorprendió a los asistentes del Festival Femenino Vallenato y alcanzó el segundo puesto en Valledupar.
Alterna sus estudios con los ensayos y presentaciones que la posicionan como una promesa que canta en Cartagena, Bogotá, Bucaramanga y Barranquilla.
Acaba de ganar el Festival de la Leyenda Vallenata efectuado en el municipio de Ocaña durante el marco de los 20 años del Canal Comunitario TV San Jorge y prepara maletas para representar a la Hidalga Villa de los Caro en la capital del departamento a mediados del mes de octubre en el Festival La Perla del Norte.
La promesa del acordeón
Su padre recuerda que a los 6 años pudo notar en su hija la inclinación hacia la música de la caja, la guacharaca y el acordeón.
“Íbamos en el carro, colocaba aquellas canciones de la vieja guardia y notaba que ella movía los piecitos, llevando el ritmo y entonando las melodías. Nunca imaginé que iba a surgir en ese estilo musical porque tenía la concepción de que ese instrumento era único y exclusivamente para hombres”, afirma el padre.
Cierto día caminaba con su papá por el parque principal 29 de mayo de Ocaña y frente a la columna que simboliza la libertad de los esclavos había un niño con un acordeón de juguete, Isabel lloró por tenerlo en sus pequeñas manos, pero las lágrimas no fueron suficientes.
Su padre entendió que Isabel iba a ser diferente a las demás y en una Navidad la sorprendió con un acordeón profesional.
Ahora conserva cinco acordeones que cuida como una reliquia en el cuarto donde entona sus más grandes sueños de niña.
“Fui a la escuela del maestro Jorge Vergel y le conté la extraña afición de mi hija y sin dudar un instante la matriculé. Se mostró sorprendido por la agilidad para asimilar las notas de la escala musical y en ese primer año alcanzó el octavo lugar en el Festival de la Leyenda Vallenata”, cuenta Luis Fernando Picón, quien agradece las bendiciones derramadas por Dios hacia su familia.
Papel y lápiz a las primeras canciones
Desde ya compone canciones que interpreta en el escenario; una de ellas es el tema titulado “Talento y folclor”.
Se destaca la puya que compuso al sentir miradas displicentes de los contendores cuando la veían como una niña más del montón.
“Yo soy Isabel Sofía, un talento pal acordeón, cuando estoy en la tarima, no le temo al contendor.
Dónde están esos pollos, los que dicen que tocan, que se las tiran de bravos y los revuelco con mis notas.
Yo tengo un talento innato y soy de sangre vallenata y dicen los envidiosos que esta peladita no canta, que no toca merengue ni puya y que el paseo no lo toco, que no tengo sabor y a donde quiera que vaya hago respetar mi folclor”.
Así dice la puya Talento y folclor que compuso para participar en el festival del canal comunitario TV San Jorge.
La pequeña gigante del acordeón
Isabel Sofía ocupa el cuadro de honor entre las mejores estudiantes de la institución, la infaltable entre las invitadas de los cumpleaños y acontecimientos importantes de Ocaña.
Además, integra el grupo de danzas y es la personera estudiantil.
A pesar de que no conoció a Juancho Rois, admira su estilo y la capacidad de composición de Diomedes Díaz por su alegría y sabrosura.
Para su formación reconoce a los maestros como Jorge Vergel, su hijo Jorge Alonso, Andrés “El Turco” Gil y Almes Granados.
En medio de las melodías y versos definió el sueño de estudiar ingeniería.