Por todo un proceso pasa la palma de iraca para lograr convertirse en un grandioso sombrero que portan la mayoría de los aguadeños.
Un sombrero típico que se puede guardar en el bolsillo gracias al proceso que dedican las tejedoras en su labor de creación.
Una costumbre que con el tiempo se ha perdido, pues como narran las mismas tejedoras sus hijas no quieren aprender esta labor, porque está desvalorizada y prefieren dedicarse a otras cosas en su vida cotidiana.
"Yo tengo dos hijas, pero ninguna aprendió a tejer. Mejor que se pusieran a estudiar y se dedicaran a otras cosas. Es triste porque se pierde esta costumbre, pero es que uno se demora una semana haciendo un sombrero ordinario, para que lo paguen tan barato", contó una tejedora.
La creación de un sombrero no es responsabilidad de una sola persona, son funciones que cumplen diferentes habitantes, pero por las pocas ganancias están dejando atrás esta linda labor como sustento para convertirlo en un pasatiempo.
Materia prima del sombrero aguadeño
- Cultivo: La palma de iraca se desarrolla dependiendo las condiciones climáticas de la región. Aguadas es de clima templado y algunos de sus habitantes aseguran que se da hasta en las orillas de los ríos.
- Recolección: Los hombres son los encargados de cumplir esta función, con machete en mano se encargan de cortar un cogollo (una rama que tiene varias hojas de iraca).
- Desorillado: Toman el cogollo y le quitan las hojas de alrededor y dejan las del centro.
Después, con compases de punta fina se encargan de desorillar las hojas y escoger las partes que sirven para tejer sombreros y las que sirven para hacer escobas.
- Cocción: Después de tener escogidas las hojas que sirven para el sombrero se cocinan durante unas dos horas con agua.
- Desagüe: Se sacan al sol hasta que el medio ambiente las seque por completo.
- Entorchada o tostada: Cuando esté seca se mete otra vez en candela, pero esta vez se cambia el agua por azufre y se deja de un día para otro.
Creación del sombrero
En una esquina del parque principal llegan entre tres y cuatro personas los viernes y sábados a vender los cogollos de iracas.
A las 7 de la mañana empiezan a llegar las tejedoras en busca de la materia prima para desarrollar esta pieza típica.
Para un sombrero se necesitan 10 pares de cogollos (20 unidades) que valen entre 8 mil y 9 mil pesos.
Las tejedoras, en su mayoría mujeres de más de 50 años, compran iraca para tejer dos sombreros en una semana.
Ese mismo día llegan inversionistas de otras regiones a comprar los sobreros que han tejido las aguadeñas.
Estos objetos se venden sin terminar en 50 mil pesos, los compradores se los llevan a Manizales, en donde tienen las fabricas de finalización del sombrero. Ellas también tejen sombreros ordinarios que venden en 35 mil pesos.
Un sombrero aguadeño (con tejido fino) terminado oscila entre 150 mil y 250 mil pesos, dependiendo la calidad del tejido. Los ordinarios varían entre 50 y 100 mil pesos.
En este pueblo no solo hacen sombreros con iraca, también crean llaveros, alpargatas, collares, muñecas, alcancías y cofres, que usted puede comprar para traerse un pequeño recuerdo de la región.
Turismo
En Aguadas usted podrá encontrar no solo la creación de sombreros sino un lugar lleno de tranquilidad, cultura y originalidad.
Este municipio de Caldas queda a tan solo cuatro horas en bus desde Medellín o Manizales, allí tendrá la oportunidad de disfrutar variedad de clima, hacer largas caminatas, disfrutar de la diversidad de comida que se prepara allí y conocer en cualquier cuadra del pueblo los platos típicos de la región.
En la mayoría de sus tiendas podrá comer pionono: un dulce relleno de bocadillo, arequipe y brevas. Y en todas sus esquinas encontrará una tejedora que sin pena le explicará el proceso del sombrero aguadeño y el miedo que tienen sus habitantes de perder esta tradición.
Si decide aventurarse en este pueblo no olvide ir a la oficina de turismo y pedir que le narren la historia del 'Putas de Aguadas', un hombre valiente, echado pa'lante, que no le tiene miedo a nada, pero que nunca olvida su humildad, costumbres y amor por su familia.
Tampoco se puede perder la visita al Museo Nacional del Sombrero, en donde encontrará una gran cantidad de estos objetos de diferentes partes del mundo; al parque Ecológico de Monserrate o mirador del cacique Pipintá, lugar desde el cual podrá observar todo el pueblo; y no olvide ir al Pueblito Viejo, una pequeña muestra de las casas de la región con un poco de su historia.
Es importante que lleve ropa cómoda y un abrigo, aunque no lo necesitará a toda hora si será muy útil sobre todo después de las seis de la tarde.
Najivy Benitez Monsalve | leidy.benitez@laopinion.com.co
*Esta nota fue posible gracias a una invitación de Fontur y el Ministerio de Comercio, industria y turismo