Desde la creación de la Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil de Cúcuta, hace 35 años, de la mano del Maestro Rafael Pineda y su compañera musical Olga Vera, jóvenes de toda índole con gran interés en los procesos musicales han hecho parte de esta historia artística de la ciudad.

En la avenida 0 con calle 3 del barrio Lleras Restrepo existe un espacio dedicado a la enseñanza musical con un legado de amistad, trabajo social y de cultura que desea enriquecer el interior de las familias cucuteñas que allí convergen.

Todo esto, bajo las enseñanzas que recibió Silvana Pineda, directora de la Fundación y quien recibió de parte de su abuelo la misión de continuar y fortalecer los procesos musicales de esta parte de Colombia.

“Mi abuelo en el año 2016, que fue el último concierto institucional que él dirigió, en pleno evento dio la sorpresa de llamarme al escenario y me entregó la batuta, como una despedida pública donde anunció su retiro”, declaró.

Desde ese momento se convirtió en la sucesora que comandaría este barco musical cargado de arte y talento, pero con las carencias económicas propias de la gran mayoría de los sueños culturales de la región y el país.

Transformarse para permanecer

Tras la muerte del maestro Rafael Pineda, el 17 de octubre del 2017, la escuela tuvo algunas transformaciones propias de todo ciclo que finaliza. Inicialmente, Silvana Pineda reunió al equipo y acordaron continuar con la escuela bajo los pilares fundamentales de su abuelo.

Sin embargo, la reubicación de su sede fue uno de los cambios más visibles, decisión que se tomó debido a que “era difícil emocionalmente estar en medio de tantos recuerdos”.

 “Con el miedo y la expectativa de que hubiera un recelo a las diferencias”, como ella misma lo expresó, Pineda inició la dirección de una nueva generación de músicos cucuteños, donde estudiantes y exalumnos han mantenido el sello ‘Made in Pineda’, aún después de la partida de quien fue su maestro por tantos años.

 En ese momento ella, sin esperarlo, tenía en sus hombros la responsabilidad de continuar la formación de todos los jóvenes que pertenecían a la institución, así que empezó a materializar ideas que le permitirían no solo sostener la escuela, sino algunas políticas que había institucionalizado su abuelo como por ejemplo las becas estudiantiles.

 Además, el crecimiento de la escuela no se hizo esperar y de esta manera se integraron, además de los exalumnos que dictaban las clases, nuevos profesores que refuerzan el nivel profesional de las formaciones, logrando así concretar un total de 14 docentes.

 Formación y financiación para continuar con el sueño

 La directora de la Fundación manifestó que no existe el apoyo desde los entes gubernamentales, situación que no es nueva y que vivió desde muy temprano junto a su abuelo, quien un día prefirió seguir educándola en música, específicamente en el violín, y no tocar más puertas, de las que jamás tendría respuesta satisfactoria; razón por la que las clases son uno de los ingresos fijos que tiene este espacio.

 En la Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil de Cúcuta, niños y jóvenes pueden encontrar diversos procesos de formación que van desde la iniciación musical para pequeños desde los 2 y 4 años, hasta clases de piano, guitarra, técnica vocal y el programa sinfónico

 “El estudiante aprende solfeo, gramática y lleva a cabo mediante diferentes trabajos técnicos, vocales e individuales, el proceso del instrumento”, lo cual lo llevará a hacer parte de la orquesta.

 Estos programas permiten que la escuela obtenga algún dinero para su sostenimiento, el de los profesores y el personal que ayudan con el funcionamiento de la misma.

 Aunque la escuela vive de las mensualidades que cancelan algunos estudiantes, no todos tienen la capacidad económica para hacer los aportes y esta institución corre con esos gastos, llegando así a tener aproximadamente el 50% de sus estudiantes en calidad de becados, lo que dificulta la tarea de mantener el ritmo y proyectar las aspiraciones de crecimiento.

 Para Silvana Pineda, este lugar se convirtió en el refugio para quienes han sido víctimas de la violencia que vive la ciudad, pues el espíritu altruista de la escuela, en conjunción con el legado del maestro Pineda y los valores del sello Made In Pineda que defienden, no permite que el proceso musical de estos jóvenes finalice, lo que hace que cada vez sean más los auxilios estudiantiles.

 “A veces es un poco difícil el mantenimiento de la institución porque muchas veces pasan más de 15 o 20 horas a la semana aquí en la escuela, porque es una casa grande”, expresó Pineda.

 Por esto y en la búsqueda de esos recursos tan necesarios para continuar con el legado musical de su abuelo, esta joven ha gestionado desde alianzas con algunas empresas privadas, actividades musicales a terceros, hasta lo que denominaron las ‘Tertulias Púrpura’, en donde en una combinación de música, poesía y gastronomía generan los dineros para subsistir mes a mes.

Gracias a los más de tres mil estudiantes que ha formado la escuela musical y a los lazos creados conlos exalumnos, entre ellos Johanna Campo, John Guerrero, Lorena Moros, Leonardo Ibarra, quienes se dedican a la música y se han convertido en esos contribuyentes privados, es posible la continuidad del sueño musical para la nueva generación de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Cúcuta.

 No obstante, este tipo de actividades hace que los recursos sean limitados y que la economía de la fundación siempre esté en riesgo.

La meta de Silvana Pineda para este año es igualar o superar los 90 estudiantes con los que contaron en 2019. También, cobijar la mayor cantidad de espacios y estudiantes en Cúcuta, llegar a colegios en donde no existe la formación musical.

Todo esto sin dejar de lado la misión encargada por el maestro Rafael Pineda, “lograr un espacio en donde los niños tengan un instrumento musical en sus manos y amigos”, tal como lo hicieron ellos cuando iniciaron este hermoso camino de la música.