El doctor Jorge Enrique Torres nació el 26 de noviembre de 1980 en el barrio San Fernando de Santa Marta. Su espíritu alegre, parrandero y amigable, característico del pueblo costeño siempre lo identificó en Cúcuta, donde inició y se destacó en su carrera profesional como médico general.
Desde niño se destacó por ser responsable y por su esmero por salir adelante, por eso, vendió chance y aprendió el valor del trabajo, guiado por sus padres.
Aunque soñó con ser futbolista profesional, sus anhelos se frustraron cuando sufrió una lesión de rodilla en un partido en su barrio.
Por petición de su papá, Torres ingresó a estudiar medicina en la Universidad Cooperativa de Colombia en Santa Marta. Aunque perdió el primer semestre, no desistió y continuó formándose hasta lograr el objetivo.
Cuando tuvo que hacer el internado llegó a Pamplona (Norte de Santander) donde formalizó su carrera. Posteriormente hizo el año rural en el corregimiento Las Mercedes de Sardinata. El médico retornó a Cúcuta, donde empezó a trabajar en algunas clínicas como la Santa Ana.
Finalmente, en marzo inició sus labores en el Hospital Universitario Erasmo Meoz, donde logró cumplir su misión médica en la Unidad de Cuidados Intensivos, batallando en la primera línea contra la COVID-19.
“Yo le pedí que se saliera de ahí, pero él estaba contento de estar trabajando, siempre me pedía que me cuidara, que él estaba protegido. Un día entregó el turno como médico y se quedó como paciente, de donde no volvió a salir”, recordó Jorge Torres, papá del galeno.
Ese día fue el 17 de agosto, cuando habló con él por última vez. Aunque Torres manifestó que simplemente tenía una gripa, los papás presintieron que algo mal estaba ocurriendo.
A los tres días siguientes, el doctor Torres tuvo que ser intubado y todo se convirtió en momentos de angustia. Solo los gestos sirvieron para comunicarse a través de videollamadas. Siempre quiso mantenerle la esperanza a sus padres de que volvería a estar bien.
“Era un gran hijo, siempre estuvo pendiente de mí. La última vez que lo vi me envió un gesto de que me quería y que cuidara a sus tres hijos”, recordó la mamá de Torres.
En su tierra natal lo recuerdan por su alegría, por la capacidad de hacer sonreír a cualquier persona y de su gusto por la música de Diomedes Díaz.
El pasado 17 de septiembre, Torres no pudo seguir luchando por su vida y perdió la batalla contra el coronavirus.
El Hospital Erasmo Meoz lo despidió con honores, resaltando la excelente labor que desempeñó el médico en medio de la pandemia.
“Es muy doloroso y es impresionante que esta enfermedad me haya quitado a mi hijo. Solo podemos tener paciencia”, dijo la mamá.