La pandemia de coronavirus ha destrozada familias, como los Mesa Ruiz, del barrio García Herreros de Cúcuta, en donde lamentablemente la enfermedad se llevó a una de las tres hermanas y a la madre de ellas en una semana.
La vida de Sandra Mesa Ruiz, quien era enfermera jefe del área de Urgencias en el Hospital Universitario Erasmo Meoz (Huem), se apagó el 8 de agosto, al perder la batalla contra la COVID-19, enfermedad a la que le puso el pecho durante varios meses, pues pasaba sus días atendiendo a los contagiados que llegaban allí.
Su repentina partida dejó un enorme vacío y así lo indicó su hermana Jaqueline, quien también es enfermera en el Huem, del área de cuidado neonatal, y resultó infectada.
Era “una gran mujer, una gran profesional, una gran hija, una gran tía, una gran hermana. Una persona con múltiples cualidades, tenía defectos como cualquiera”.
Recordó que Sandra Mesa fue condecorada como la mejor jefe del hospital, por su carácter, su carisma, su vocación y por su don de ayudar al que más lo necesitaba. “No era conflictiva como jefe, pero era muy exigente, se untaba de paciente y no le daba miedo hacer las funciones del auxiliar de enfermería, era de esas pocas jefes que hay en el hospital”.
Rosa Delia Mesa Ruiz, la hermana mayor, se refirió a ella como una mujer intachable, pues “era tan honesta”, que si juntas unían dinero para comprar una pizza y sobraban 200 pesos, Sandra le entregaba “la monedita de 200”, porque “era muy recta”.
“Ella siempre decía que quería donar sus ojos, su corazón. Yo le decía que ese corazón era muy noble y tierno: para qué vamos donar es corazón, si fuera un poco más fuerte, sí. Que los ojos no, porque no sirven -a ella la habían operado-. “¿y el hígado?”, a lo que yo le respondía que tampoco”, subrayó Rosa Delia entre lágrimas y risas.
Manifestó solloza que, para Sandra, al donar sus órganos ayudaría a muchas personas. Sin embargo, ese deseo no se lo pudo cumplir, porque debió ser cremada, como lo demandaron los protocolos de bioseguridad para el tratamiento de cadáveres COVID.
Un promesa entre hermanas
Jaqueline Mesa recordó que en un día de tertulia con su hermana, Sandra le pidió que le prometiera que, de caer en un grave estado de salud y tuvieran que intubarla, no le permitiría vivir así.
“Usted no me va dejar que yo sea un piltrafa, que me aspiren, que me tomen gases. Prométame, porque no quiero sufrir eso, prometa que usted me va ayudar”, le dijo Sandra en esa oportunidad, relató Jaqueline, quien se comprometió con ella a que, en una situación así, a no dejarla sentir dolor y a cuidarla.
Uno de sus peores miedos de esta heroína de la salud era caer postrada en una cama y ser una carga para sus hermanas y mamá. Al principio de la pandemia, le llegó a expresar a su hermana su temor de contagiarse y morir, pues sufría de hipertensión.
“Hasta última hora ella firmó el desistimiento (para que no la intubaran). Fue cuando le dije: ¡Sandra, por Dios! No me vaya dejar sola, déjese intubar, deje de ser necia, déjese intubar y salimos de esto. Ella decidió firmar y yo también firmé, después se la llevaron y me dijo adiós. Al rato me llamaron las compañeras y me dieron las cuentas de Sandra, fue cuando me dije: Sandra se nos muere”, manifestó Jaqueline Mesa.
Rosadelia nunca perdió la fe de ver a su hermana recuperada y se abrazó en su creencia en Dios y en que una “persona tan buena” como su pariente no podía irse de este mundo aún. “Eran las 9:00 o 9:10 cuando todo el mundo empezó a llorar a gritar. Yo repetía: no puede ser ella…Fui a la funeraria y estaban como los chulos, pendientes de quién se murió, a quién hay que hacerle … yo no sé, porque así es la vida, así es el mundo”.
La adoración de la enfermera del Meoz era su mamá Emma Ruiz, a quien le consentía todo. Hasta el último instante dijo que se encargaría de su madre. El día en el que ella murió, Emma fue ingresada al hospital por la dificultad respiratoria, no supo que su progenitora venían estando mal de salud y Emma no se enteró, en esa última semana de su vida, que su hija había fallecido.
El viaje a México que tenían planificado las hermanas y su madre ya no podrá ser, sus Navidades y Nuevo Año serán muy distintas. Jaqueline Mesa quedó a cargo de ‘Chester’, el perrito de Sandra, para cumplirle la promesa que le hizo en una de sus conversaciones sobre la vida.