Talento y ganas tiene de sobra Óscar William Nieto Melo, un músico bogotano de 50 años y director de ópera, que por cuestiones de la vida terminó viviendo con seis hijos y su esposa en una carpa para deportados.
El educado y creativo artista, que además pinta al óleo, viene haciendo una loable labor por los niños y jóvenes que tienen oído para la música, pero que no encuentran dónde desarrollar sus cualidades por falta de dinero y apoyo estatal.
Entrena, sin cobrar un solo peso, a 150 niños del colegio Inem ‘José Eusebio Caro’, para formarlos como músicos de alta calidad. Su sueño es conformar una gran orquesta sinfónica y, de paso, alejar a los jóvenes de las calles, la droga y la violencia.
Aunque su obra no parece fácil, para este repatriado de Venezuela no hay barreras que le impidan concretar sus objetivos. Adonde llega, es un colono que, apoyado por una familia unida, ha sorteado difíciles situaciones: la última, y una de las más duras fue tener que salir huyendo de Venezuela, porque corrían el riesgo de ser separados por el gobierno, que los acusaba de “tener una escuela musical para formar escuálidos (opositores, por insignificantes)”.
“Fueron días muy difíciles”, recuerda con franquesa, mientras presenta a sus dos hijos mayores, de 15 y 12 años: Juan Martín (percusionista) y a Nikolay, (bajista y pianista), también con una larga trayectoria musical.
A pesar de su edad, dicen sentirse orgullosos de su padre.
“Mi esposa se llama Zuhgeyl Gómez y es vocalista, saxofonista y arquitecta, y hoy no nos acompaña porque cuida de cuatro hijos más, uno de un mes de nacido. Vivimos en la Loma de Bolívar y allá me gustaría poder enseñar a tando joven que se inclina por el vicio”, dice.
Nieto es músico graduado de la facultad de bellas artes de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, y perteneció a la orquesta sinfónica de la Policía Nacional.
En 1986 hizo una especialización en el conservatorio nacional de la República Democrática Alemana (RDA), en percusión sinfónica, y desde entonces ha recorrido pueblos y ciudades colombianas enseñando.
Alberto Rosas, rector del colegio Inem, aún no cae de su asombro, de cómo una persona con tanta calidad humana y de tan importante trayectoria musical haya terminado en el patio de su colegio, metido entre un desagradable albergue.
“¿Usted creería que una persona con tantas capacidades, con unos hijos tan educados y de tanta cultura, tuvieran que estar pasando tanta necesidad?”, se pregunta el rector, quien abrió cupos escolares para los niños y le permite a este maestro educar musicalmente a sus estudiantes.
Miller Cáceres, tallerista de batería; Alfred Caycedo, vocalista y pianista, y Carolain Cordero, otros profesores de música, que también fueron sus alumnos, destacan la calidad humana de este maestro increíble.
La Opinión