En cinco días cumplirá 100 años, pero él asegura que ya tiene “cien y pico”. A su humor y picardía no les pasan los años, Afirma que su única enfermedad es “la soledad” (…). Así es José de Jesús Parada Parada, un cucutillense que está por cumplir un siglo de vida.
No recuerda con exactitud cuando llegó a vivir a Cúcuta, pero deja claro que la violencia lo hizo salir de su pueblo, al que recuerda con nostalgia, pues dijo haber vivido días sabrosos allí.
Habla con profunda admiración de su familia. Cuenta con orgullo que su hermano gemelo fue sacerdote católico, otra hermana fue religiosa y también hubo en la familia un aviador. Los otros cuatro, fueron como él: trabajadores.
Por esas circunstancias de la vida, como su hermano gemelo era sacerdote en Cuberos Niño, él se radicó en ese mismo barrio, donde lo recuerdan con respeto, pues dicen que los hermanos fueron quienes ayudaron a fundar el sector.
Siguiendo el consejo que le daba su madre: “mijo, lo primero que tiene que hacer, es tener donde vivir, algo que sea propio”, José compró un terreno e hizo su vivienda. Vive solo, una vecina del barrio es quien cuida de él.
“A veces es malgeniado y hasta celoso”, cuenta Margarita Ramón, quien se encarga de su cuidado. “Su familiares vienen muy de vez en cuando y lo llaman un par de veces”.
Sus recuerdos no están en orden, pero con emoción cuenta lo bien que la pasaba mientras trabaja manejando un bus en el que llevaba y traía gente entre Cucutilla y Cúcuta. Además, recuerda que “Cúcuta era bien chiquitico, no tenía tantos barrios, pero era bonito”.
Con picardía recuerda uno de los episodios de su vida que tiene presentes. “Imagínese que me casé como a los 30 años, pero con una viuda y eso a mi papá no le gustó ni poquito y me echó de la casa”, cuenta con gracia. “Pero después… cuando mi hermana se casó, me llamo para que volviera”.
También tiene presente el día del terremoto de Arboledas, que se sintió en Cucutilla también.
“Fue un ocho de…(se esfuerza por recordar); ese día, mi esposa estaba planchando y yo esperando que terminara, cuando la tierra empezó a bramar. Hubo hasta muertos, pero a nosotros no nos pasó nada”, narra rápidamente.
Su día a día lo pasa observando lo que sucede en la calle desde su ventana en un segundo piso y peleando con el televisor porque no encuentra nada bueno para ver. Y si está de humor cambia de puesto cada cosa que hay en el cuarto y repasa el álbum familiar que conserva como el más grande tesoro.
“Este álbum me lo dejó Martín (su hermano gemelo)”, dice acariciándolo. El 27, día de su centenario, el barrio estará de fiesta, su ilustre residente llegará a un siglo de vida, aunque él dice que su cumpleaños fue el año pasado.