Pasadas las 10 de la mañana, mientras el papa hacia su recorrido a la casa de doña Lorenza en el barrio popular San Francisco de Cartagena, sufrió un pequeño percance y tuvo que ser bajado del papamóvil.
Con su característico carisma, Francisco saludaba a todos los habitantes que se aglomeraban en la calle para verlo pasar, cuando el conductor del papamóvil tuvo que frenar haciendo que el Sumo Pontífice perdiera el equilibrio y su rostro chocara con una de las barandas del vehículo.
El papa sufrió un corte en la ceja izquierda y un par de gotas de sangre mancharon su casulla, inmediatamente recibió atención, pero él restó importancia a lo que sucedía y continúo sonriente saludando a la gente.